Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Un cuento de tres hermanas»

Cuando el tiempo se detuvo

Tras reinterpretar en clave futurista y postapocalíptica la Turquía regida por Erdogán en “Frenzy” (2015), Emin Alper cambia de tono y estilo en esta no menos singular visión del clásico de Dostoievski “Los hermanos Karamazov”. Tomando como referente los cauces trágicos del original literario, el cineasta sitúa la acción de “Cuento de tres hermanas” en un agreste paisaje, una aldea olvidada en mitad de Anatolia que vive ajena al paso del tiempo y tras los muros naturales y de apariencia infranqueable de sus montañas.

Alper lanza un reto al espectador mediante un discurso de corte críptico y cuyo espíritu parece extraído de los cuentos infantiles clásicos. El juego que supone entrar en una historia semejante, que funciona mediante códigos y metáforas, resulta excesiva en muchos tramos, lo que dificulta su seguimiento. La cámara se empeña en remarcar que el tiempo se detuvo en este entorno en el que tres hermanas que suspiraron por dejar atrás este escenario sacudido por truenos, de humedad constante, y que abandonaron de una vez por todas el hogar paterno para embarcarse en la incierta aventura que supuso trabajar en la gran ciudad. Como si se tratara de algo tan imperceptible como atávico, las protagonistas se ven maniatadas al pequeño enclave del que huyeron y, de esta manera, el regreso se intuye como una maldición y asumen que a pesar de lo que siempre supusieron, el tiempo transcurre. No es fácil entrar en una historia de estas características porque todo funciona desde unos parámetros que desconciertan, debido a la facilidad con la que la historia salta de la tristeza a la alegría y de ahí a los puntos suspensivos. Son en estas secuencias con las que Alper logra su propósito de plasmar una fábula teñida de desencanto y tonalidades oscuras y en las que las protagonistas son víctimas y gobernantas de un microcosmo de manecillas detenidas.