Jon ORMAZABAL
FINAL MANOMANISTA 2020

Jaka disfruta de su mayorazgo

Más que de amistad, la relación entre Erik Jaka y Jokin Altuna es prácticamente fraternal. Si de pequeño el de Lizartza le comía al amezketarra los bocadillos que su ama le preparaba por hacerle un favor, ayer se lo arrebató literalmente de las manos. El mayorazgo es así y esta vez ajusticia la tenacidad de un pelotari hecho a sí mismo ante la adversidad.

JAKA 22

ALTUNA III 20


El Manomanista más atípico tiene un campeón, Erik Jaka, con el que pocos contaban, pero al que nadie le puede poner el menor pero. El vigente campeón es un pelotari hecho a sí mismo, con un trayecto a la cima especialmente sinuoso en el que ha tenido que ir superando obstáculos a base de apretar los dientes y levantarse. Sin ir más lejos, hace poco más de un mes un extraño virus lo apartó de la final del Parejas y cerca estuvo de hacerle perder el tren de este Manomanista, al que llegó gracias a la huelga que la plantilla de Baiko se vio obligada a realizar y, acostumbrado a resarcirse, ha cambiado definitivamente su destino y le toca disfrutar vestido de rojo tras años de continuos y amargos costalazos.

En gran medida, porque si alguien ha creído en Erik Jaka, ese ha sido el propio Erik Jaka que, lejos de amedentrarse en su primera final de Primera, tenía claro que esta era la oportunidad por la que tanto había trabajado, que la final de ayer era el momento que tanto había visualizado en las eternas horas de entrenamiento y rehabilitaciones y se lanzó a por ella a tumba abierta desde el primer pelotazo. La chapa del juez incluso le sonrió otorgándole el primer saque y, sin dudar un solo segundo, trató de llevar a cabo ese juego valiente y arriesgado que, desde la segunda parte del partido ante Bakaikoa –en el que más ha sufrido en todo el campeonato–, lo ha llevado al Olimpo pelotazale.

Rápido y directo, el de Lizartza cogió enseguida una renta de cinco tantos que terminaría resultando decisiva ante un Jokin Altuna que, esta vez, no encontró respuesta al vendaval que se topó enfrente. Quizá porque la mente le escupió los recuerdos de niñez de aquellos partidos en los que Xalton Zabala y compañía acudían a Erik Jaka para que abusara de aquel habilidoso pequeñín y se fuera a casa tras gastar el frontis del Larrunarri, o porque, una vez despejado el camino ante Ezkurdia, se veía ante la oportunidad de su vida de repetir txapela en la distancia más importante, lo cierto es que el amezketarra se empequeñeció ante la pujanza de un rival con un objetivo marcado a fuego entre ceja y ceja.

Poco picassiano

Superado y agarrotado, el campeón de 2018 esta vez no ha sido capaz de seguir esa máxima atribuida a Picasso de que «la inspiración existe, pero debe pillarte trabajando». Lejos de madurar y currarse el tanto como hizo ante Darío en los momentos más delicados, Jokin Altuna se precipitó en remates sin mucha fe a los que Erik Jaka respondió con buenas piernas y mejores contraataques, sacando además brillo a la pelota con sus violentas voleas.

De hecho, durante la mayor parte del partido, las sensaciones en el juego fueron mucho mejores para el de Lizartza que las que reflejaba un marcador al que Jokin Altuna se agarraba más por los errores que, en esa idea de jugar al borde del precipicio, cometía el propio Erik Jaka, que por la calidad, ayer ausente, en el remate.

Susto final

Así, el de Lizartza, que tuvo controlada la final en casi todo momento, llegó con cinco tantos de ventaja al primer descanso largo (12-7), renta que solo logró limar en un tanto en el segundo parón (18-14), tras un tanto logrado en un mal remate del nuevo campeón, que equilibraba, en cierto modo, la mala suerte que había tenido en el anterior, en el que la protección de una de las cámaras de ETB impidió que una pelota que levantó desde las tablas de la contracancha en uno de los tantos más bonitos de una final sin excesivo brillo, llegara al frontis del Bizkaia.

Un buen gancho y dos tantos de saque pusieron la txapela de camino a Lizartza (21-14), pero sin ofrecer demasiados argumentos para ello –Jokin Altuna nunca estuvo tan cerca de su rival en juego como puede hacer creer el marcador final– el amezketarra cobró cara su derrota en un inesperado giro de guion. Es más, se hizo con el saque en un dos paredes lanzado sin convicción al que Jaka, con molestias en su ingle izquierda, ni siquiera hizo ademán de intentar responder.

Los fantasmas de una nueva lesión, esta vez sí que en el momento más inoportuno, recorrieron las vacías gradas del Bizkaia y más de un escalofrío recorrió las espaldas de los aficionados del lizartzarra cuando comprobaron que Jokin Altuna se metió en la pelea por la txapela, por primera vez en todo el partido, gracias a cuatro saques consecutivos del amezketarra y un tanto logrado en uno de los pocos peloteos en los que logró dominar el peloteo.

Sin embargo, con 21-20, Jaka recuperó el mando con un contundente resto de sotamano y puso la puntilla con una parada al txoko. Un grito, rasgado, de rabia, retumbó en el Bizkaia. Ya lo sabía de antes pero, Mertxe, Erik txapelduna da!

Solo un grito y muchas lágrimas pusieron alma a la final

El grito de rabia contenida de Erik Jaka que retumbó en el faraónico Bizkaia y las lágrimas de un desconsolado Jokin Altuna –todavía me acuerdo de las palabras del amezketarra en estas páginas cuando hablaba de lo duro que sería digerir la derrota sin un hombro en el que apoyarse, «Altxa burua Jokin!»– fueron los pocos momentos en los que uno se dio cuenta de la transcendencia, deportiva, de lo vivido ayer en un Bizkaia más enorme y frío que nunca.

En un primer instante, una A-8 despejada como el horizonte y las inusitadas facilidades para aparcar daban pie a dar por bueno el argumento de un «catedrático» de la pelota, de los que ha sido monaguillo antes de fraile, que se sentía «privilegiado» por estar presente en una final, a todas luces histórica, en la que dos grandes pelotaris nos ofrecieron una especie de «final privada» al cerca de un centenar de profesionales que tuvimos la suerte de poder vivirla «in situ».

Sin embargo, ni la posibilidad de poder sentarnos en localidades de 140 euros, a las que solo suelen tener acceso esos VIPS cuyos nombres aparecen en negrita en las crónicas de ambiente de algunos medios –cuarta fila en torno al cuatro y medio– pudo quitarme de encima la sensación de desasosiego de asistir a un espectáculo sin alma, sin pelotazales.

Será que uno es ajeno a los placeres de la exclusividad y a los reservados que no ha pisado nunca, pero ojalá la del Cuatro y Medio sea la última en privado, aunque vuelva a tener pase. El deporte sin público, como espectáculo y entretenimiento, pueden tener un pase y estamos mejor así, pero las finales, sin aficionados, son mucho menos finales. J.O.

jakak ez dio bere aukerari ihes egiten utzi

Ezohiko Buruz Buruko honek ezusteko baina txapela ondo merezita irabazi duen txapelduna izango du, Erik Jaka. Lagunen artekoa baino ia anaien arteko finalean, anaia nagusiak bere lekua topatu ezinik ibili den gazteak baino askoz hobeto egin ditu gauza guztiak eta azken markagailuak (22-20) erakusten duena baino alde nabarmenagoarekin nagusitu da jokoan. Ohiko duen ausardiarekin, hasieratik hartu du aginte makila Erik Jakak eta amaieran sufritzea tokatu bazaio ere, bere ibilbideko lehen mailako aurreneko txapela jantzi du, azken urte hauetan izandako zorigaizto guztiak betiko alboratu eta hondora botaz.