Santos Indurain Orduna y María Carmen Maeztu Villafranca
Consejeras de Salud y de Derechos Sociales del Gobierno de Navarra, respectivamente
GAURKOA

Reconocimiento al compromiso del personal sanitario y sociosanitario

Este 3 de diciembre difícilmente lo olvidaremos. No solo porque forma parte del calendario de un año complejo y distinto, sino también porque en el Día de Navarra se concede al personal sanitario y sociosanitario la Medalla de Oro, el máximo galardón que se otorga en la Comunidad Foral. Cerca de 19.000 personas de un espectro amplio de perfiles, desde profesionales de la medicina, la enfermería y la investigación, personal auxiliar y cuidador, terapeutas ocupacionales y del trabajo social, educadoras y educadores, personal de cocina, de limpieza y celador, y un sinfín de personas y categorías, todas necesarias e imposibles de nombrar una a una, obtienen este merecido reconocimiento no solo por su trabajo, a lo que están acostumbradas, sino por el compromiso que han mostrado durante la pandemia, digno de admiración y de nuestro mayor  reconocimiento.

Como consejeras de Salud y de Derechos Sociales queremos sumarnos a las felicitaciones y al agradecimiento sentido de toda la sociedad de Navarra, ahora trasladado de forma institucional con este galardón, a todos esos hombres y mujeres que nos han dado muestras durante toda esta pandemia de su humanidad, compromiso cívico y profesionalidad. 

Y todo esto lo han hecho en condiciones no siempre fáciles, en ocasiones con medios insuficientes, con el conocimiento que había en cada momento, con mucha presión, poniendo en riesgo su vida y también la de sus familias, pero con el propósito siempre presente de reducir y mitigar el sufrimiento de las personas que se han visto afectadas por la covid-19: personas enfermas, personas mayores y con discapacidad.

La crisis de la covid-19 tiene y va a tener consecuencias graves en nuestra economía, en la vida de muchas personas, en el desempleo y en la salud, pero también nos trae lecciones positivas. Hemos aprendido a valorar nuestra sanidad pública y la importancia de contar con unos buenos servicios sociosanitarios y que ambos sistemas trabajen de manera integrada porque las personas tienen necesidades que no pueden ser atendidas de forma aislada. Hemos aprendido a protegernos, para proteger a las demás. Y también la importancia de dedicar esfuerzos a la investigación, la solidaridad y empatía como valores imprescindibles de nuestra sociedad, o la creatividad desbordada que hemos necesitado desplegar para responder a nuevos e insospechados desafíos. Son las lecciones aprendidas de esta pandemia en un proceso de continua actualización que nos hace reconocer nuestras limitaciones y déficits, pero también profundizar en nuestros procesos de mejora y de muchas cosas también bien hechas. En todos los ámbitos se nos abren enormes desafíos.

En particular, y en lo que tiene que ver con nuestras competencias, las de Salud y Derechos Sociales, tenemos grandes retos por delante, que la pandemia no ha hecho más que confirmar y agrandar. Avanzar hacia una articulación más eficaz y eficiente de los servicios sociosanitarios es uno de ellos, el principal, y requiere ser conscientes de las dificultades organizacionales e institucionales que dificultan la colaboración entre los y las profesionales de los sectores sanitario y social en una pluralidad de niveles.

En el ámbito de la salud son muchas también las lecciones aprendidas y los desafíos a los que nos asomamos. En muchos casos la covid-19 nos ha reforzado y acelerado sobre líneas estratégicas que ya habíamos emprendido desde una apuesta decidida por el liderazgo del sistema público de salud en Navarra, en particular con Atención Primaria y comunitaria y sin olvidar a los hospitales con su enorme esfuerzo de reorganización ante el coronavirus. Aunque si hubiera que quedarse con una idea destacamos que la pandemia nos ha enseñado la importancia de trabajar en equipo, de superar divisiones entre niveles, áreas, servicios, redes, ámbitos, departamentos, espacios geográficos… Y eso tanto en las pequeñas cosas como en las grandes, con la salud como bien común compartido y derecho fundamental en todos los lugares y para todas las personas y comunidades.

En el ámbito de Derechos Sociales, abordamos el cambio del modelo residencial hacia un modelo de centro residencial más pequeño, más parecido a un hogar, de atención centrada en la persona. Y apostamos por el despliegue con mayor intensidad de servicios de proximidad (incremento de la intensidad de la ayuda a domicilio, atención diurna, teleasistencia avanzada, servicios de promoción y prevención de la autonomía personal), compatibilizando un mayor número de prestaciones y servicios que permitan a las personas continuar en su domicilio. Y debemos modernizar y transformar nuestra atención primaria de servicios sociales, aprovechando las oportunidades de mejora que nos ofrece la digitalización, y el desarrollo de una atención que reconozca las necesidades de las personas, que escuche de forma sensible y que junto a ellas y sus recursos relacionales y personales implemente la ayuda necesaria. Sin duda, todo esto va a requerir un importante esfuerzo de inversión de toda la sociedad.

Necesitamos fortalecernos e ir todas y todos a una. El presente y el futuro no se improvisan, se construyen día a día, con la justicia y la solidaridad como pilares, para garantizar los derechos de todas las personas y proteger especialmente a aquellas en situación de vulnerabilidad.

En definitiva, es fundamental que sigamos trabajando con la mayor responsabilidad, dando muestras inequívocas de que son los intereses generales de toda la ciudadanía los que nos guían y deben prevalecer. Y es vital que continuemos con todos esos esfuerzos que nos llenan de valor y de esperanza, como los mostrados cada día por los y las profesionales sanitarias y sociosanitarias tan merecidamente reconocidos con la Medalla de Oro de Navarra.