EDITORIALA

Clamorosa necesidad de rehacer el modelo policial

Los trabajadores de Tubacex comenzaron el lunes una huelga indefinida para rechazar el ERE planteado por la empresa y que supondrá el despido de 150 trabajadores de las plantas de Laudio y Amurrio. Tras el rotundo éxito de la jornada de paro del lunes, alguien decidió que el protagonismo no podía seguir siendo del movimiento obrero y ayer la Ertzaintza se empleó a fondo contra la sentada de los trabajadores en la entrada de las instalaciones de Tubacex. Las cargas policiales se saldaron con contusiones y al menos dos trabajadores detenidos y seis identificados.

Una actuación desproporcionada de la Ertzaintza contra una concentración de trabajadores pacífica volvió a poner en cuestión a una policía cuya única virtud parece ser el uso ostentoso de violencia contra cualquier tipo de protesta. Se utiliza el mismo esquema duro y agresivo contra una concentración pacífica o violenta, contra jóvenes, trabajadores o pensionistas. En este modelo todo vale para despejar la calle de protestas, lo que trasluce una mentalidad que coloca el «orden» por encima de cualquier otra consideración y que no entiende que la gente tiene derecho a manifestarse y a luchar por sus derechos. No aceptar esto significa deslizarse peligrosamente hacia un estado policial donde solo se permite aquello que no molesta al poder y todo lo demás se persigue con saña. Lo peor de todo es que algunos sindicatos policiales reivindican que la Ertzaintza debe mantener ese carácter de mamporreros del poder. El sindicato ESAN, por ejemplo, pidió ayer mismo que se les permitiera volver a utilizar pelotas de goma como hacían antes de la muerte de Iñigo Cabacas.

Cada vez es más clamorosa la necesidad de rehacer el modelo policial de modo que se ponga el cuidado y el servicio a la gente en la base de cualquier actuación, relegando el uso de la fuerza a situaciones excepcionales. Un paradigma sencillo que deberían empezar por asumir los responsables políticos de la Ertzaintza.