Natxo MATXIN
DERBI EN MENDIZORROTZA

Idilio rojillo con Mendizorrotza ante un Alavés que se asoma a la sima

Tercera visita consecutiva a Mendizorrotza que acaba con victoria osasunista, lo que hace que el Alavés se asome a la sima del descenso, donde caería dependiendo de los resultados de Valladolid y Elche. La idéntica propuesta de ambas escuadras vascas le salió bastante mejor a los rojillos, quienes dispusieron de ocasiones más claras de gol.

ALAVÉS 0

OSASUNA 1


Dos trayectorias diametralmente opuestas se confirmaron ayer en el derbi de Mendizorrotza. Mientras Osasuna sigue yendo hacia arriba como un tiro –ya ha abierto una brecha de siete puntos respecto del descenso–, el Alavés sigue sumido en una depresión de resultados que le están encaminando hacia el hoyo. Tres puntos de 27 posibles es una racha que asusta, aunque el mejor ejemplo para salir de ello lo tiene en su rival, que vivió una situación exacta en la primera vuelta, de la que se está sobreponiendo en las últimas semanas.

Tanto babazorros como rojillos saltaron al césped del estadio gasteiztarra con la misma propuesta futbolística bajo el brazo, dispuestos a desgastar al contrario hasta encontrar su error decisivo. Para evitar ese posible fallo, fútbol directo en exclusiva y hostigamiento total al adversario, con interrupciones constantes a cualquier atisbo de triangulación.

La fórmula mutua provocó imprecisiones continuas, numerosas faltas y muy poca continuidad en el juego. El corsé táctico diseñado desde los banquillos, fruto de la mucha necesidad que había en juego para ambos contendientes, dejó nulo margen a la imaginación y, mucho menos, a la improvisación.

Media hora larga

Con semejantes ingredientes y el depósito todavía lleno, a nadie le debió extrañar que costase media hora larga concebir la primera clara ocasión de peligro. Por partida doble del lado visitante en el minuto 37. Un cabezazo picado de Budimir que Lejeune sacó bajo palos y un posterior remate de Calleri al que Laguardia opuso todo su cuerpo lanzándose a la desesperada bien pudieron suponer ya el 0-1, pero las dos acciones defensivas de los centrales alavesistas lo impidieron.

El físico se imponía a la calidad y los anfitriones solo pudieron contraponer a la ocasión rojilla un disparo de Joselu que se marchó muy arriba al filo del descanso. Más necesitado de los puntos que Osasuna, el Alavés no podía estar contento de la primera parte realizada, más allá de haber conservado su portería a cero y mantener intactas sus opciones de triunfo.

Su técnico, Abelardo Fernández, con buen criterio debió pensar durante el receso que por ese camino las cosas no iban a ir bien y varió algunas piezas en el carril izquierdo buscando una llegada de la que careció durante los primeros cuarenta y cinco minutos.

No varió mucho el panorama, pues de nuevo fue Osasuna quien dispuso de otro inmejorable lance para adelantarse en el luminoso cuando una buena salida navarra acabó con disparo de Calleri desde la media luna que sacó a dos manos con una buena estirada Pacheco.

Arrasate también decidió darle un giro al choque, viendo que había opciones de que cayese del lado rojillo. Su variación fue mucho más allá, modificando el esquema inicial. Quitó a un delantero, colocó como enganche a Rubén García e introdujo a Kike Barja en el lado izquierdo buscando mayor profundidad. El de Noain no le defraudó y resultó trascendental a la postre.

Picotazo rojillo

A falta de un cuarto de hora para la conclusión, Osasuna tejió la jugada que sería definitiva. Los dos jugadores con más talento de su plantilla, Rubén García y Roberto Torres, se dieron cita en el vértice izquierdo del área albiazul para con sendas acciones de calidad –tacón y regate– poner un balón al desguarecido segundo palo babazorro tras ir los defensas locales a impedir el remate de Budimir.

Ello lo aprovechó Kike Barja para, libre de marca, intentar un primer remate defectuoso que fue taponado en primera instancia por Pacheco, pero cuyo rebote volvió a golpear en la pierna del extremo rojillo para entrar el cuero casi llorando pegado al poste entre la desesperación de la zaga anfitriona.

El Alavés intentó reaccionar quemando sus naves y Joselu pudo igualar con un disparo dentro del área que le salió centrado, lo que facilitó que Sergio Herrera, bien colocado, atajase la pelota, sin que el electrónico ya se moviese.