Victor ESQUIROL
VERSIÓN ORIGINAL (Y DIGITAL)

Horror vacui

Ahora parece que sí, que el ritmo de vacunación avanza, por fin, a ese deseado ritmo que –crucemos los dedos– nos devolverá a la tan añorada «antigua normalidad». En el catastrófico panorama que ha ido dibujando la pandemia del coronavirus ya se vislumbran algunos indicios que invitan al optimismo. En la exhibición cinematográfica, por ejemplo, la cartelera recupera el pulso pre-apocalíptico, y las salas de proyección reciben con los brazos abiertos a blockbusters, a la serie B, a cintas que huelen a Óscars y, cómo no, a propuestas pensadas para el consumo de toda la familia. De nuevo, da la sensación de que con la gran pantalla basta para estar al tanto de la actualidad... pero como sabemos, ya hace tiempo que el séptimo arte está instalado también en otros canales. Porque el VOD, no hay duda, vino para quedarse.

En Movistar+ aparece, de repente, y sin que nadie lo haya pedido, una de las cintas de terror más fascinantes de los últimos años. “The Empty Man”, que así se titula, es una película escrita y dirigida por David Prior, que a lo largo de dos horas y cuarto adapta el cómic homónimo concebido por Cullen Bunn y Vanessa Del Rey.

Después de un impactante prólogo que nos lleva a las recónditas tierras montañosas de Bután (gélido escenario donde un grupo de excursionistas despierta un mal cuyos poderes van mucho más allá de los límites de su comprensión), la acción nos lleva a un territorio que resulta más familiar... pero que no tarda en descubrirse como igualmente amenazante. Ahora estamos en Estados Unidos, donde un policía retirado (y acosado por los fantasmas de su pasado) tiene que seguir el rastro de una joven desaparecida.

La –perversa– gracia del asunto está en que la explicación de dicho desvanecimiento parece encontrarse en una misteriosa figura invocada a través de una historia que tiene mucho de leyenda urbana. Tomando mecanismos estéticos y narrativos que tienen mucho que ver los telefilms de sobremesa, David Prior da forma al inquietante mundo del creepypasta, es decir, de esas micro-historias terroríficas que se propagan por los foros y las redes sociales, viralizándose en la mente de una audiencia a la que le cuesta cada vez más distinguir la realidad de la ficción.

Pero como ya se ha dicho, “The Empty Man” es un film que se toma su tiempo, y en el extenso metraje que se concede, le da para evolucionar en algo aún más grande; más memorable. Poco a poco, el atormentado protagonista de esta función se va metiendo en un sub-mundo... que le lleva a otro sub-mundo... que le lleva a otra dimensión: la del horror absoluto. David Prior transforma el escalofrío adolescente en una portentosa búsqueda de la imagen imposible: aquella para la que nuestro cerebro no está preparado, y que por lo tanto, nos hará entrar (sin que ya podamos impedirlo) en los dominios de la locura. Y ahí es donde “The Empty Man” está destinada a permanecer. Porque sus transiciones, sus cortes limpios y su elegancia hipnotizan, pero sobre todo intoxican, como lo hacen los mejores cuentos para no pegar ojo.