Raimundo Fitero
DE REOJO

Repugnancia

Es insoportable el interrogatorio que un fiscal le está haciendo a una joven mujer violada por seis energúmenos en una nave abandona en Sabadell hace dos años. Es esa leve obscenidad de cada día que se va incorporando a nuestra vida en lo referente a la violencia de género o al racismo como expresiones de la involución hacia los prejuicios decimonónicos. El tratamiento que está dando a la víctima el señor fiscal provoca repugnancia. Lo que después realizó la abogada defensora de los acusados en ese mismo juicio, abundando en el tono y la descalificación de todo lo relatado por la víctima entra dentro de las estrategias más ultras que intentan instaurar la gran mentira de que existen muchas denuncias falsas de abusos, violencia de género y agresiones sexuales, cosa que es rotundamente falso siguiendo las estadísticas reales y contrastadas ofrecidas de las instituciones y jerarquías de la judicatura, y de otra parte causar de nuevo tanto dolor a la denunciante sometiéndola al escarnio con unas dudas tendenciosas y  criminales de manera pública parece diseñado para que las mujeres no se atrevan a denunciar los abusos o las violaciones, en este caso en manada salvaje.

Algo muy grave. Algo muy repugnante. Y lo hace desde un ministerio público en este caso de una manera tan obscena que cuesta entender no sea reprimido por el juez. Era algo que habíamos visto en sentencias a lo largo de las últimas décadas que creíamos superadas en este siglo veintiuno, pero parece que nada ha cambiado y en este caso la morbosidad del fiscal debería ser suficiente motivo para que saliera de la sala con la toga colgada y en furgón policial detenido en dirección a la cárcel más cercana por convertirse en un cómplice objetivo de los acusados. La víctima necesita justicia, no más vejaciones en una encerrona con pinta de juicio.