Raúl BOGAJO
Lotura Films: animación «made in» Euskal Herria

BERASATEGI Y LOS SUEñOS ANIMADOS DE LA CALABAZA GLOTONA

Para preparar uno de nuestros platos más exquisitos, «Kalabaza Tripontzia», nos basta con animación, euskara y una pizca de nostalgia. Es lo que seguramente piensa Arzak cuando desde la puerta de su restaurante mira hacia sus vecinos de Lotura Films.

Detrás de “Kalabaza Tripontzia” estaba, porque ya no está aunque siempre siga ahí, la cabezonería, llamada tesón desde la elegancia que visten las palabras; y la locura, o también, desde el decoro lingüístico, iniciativa, de uno de los nombres propios del cine vasco, Juanba Berasategi. Esto lo dice su hija Miren, continuadora de los pasos de su padre, con el que empezó a trabajar hace 12 años. También espectadora de lujo y primera jueza, con la implacable mirada de una niña en aquellos años 90, de los marrazki bizidunak de las historietas de Juanba con los que otras y otros disfrutábamos en ETB. De aquella mágica y exuberante calabaza glotona basta decir que aguanta la mirada de nuestros ojos deslumbrados por Pixar y Disney; aguanta dignamente en la técnica y supera con sobresaliente en el guion o, como ironiza Miren Berasategi, «tiene argumentos que hoy hubieran sido censurados».

“Txirrita”, “Pernando Amezketarra” y el inmensamente pequeño “Lazkao Txiki” son tres series de animación dedicadas a sendos ilustres bertsolaris salidas de la misma locura y cabezonería de un Juanba Berastegi que demostró que se podía crear animación, dibujos animados que decíamos entonces, desde el aquí y el ahora; desde nuestra pequeña estatura pero con el arrojo que la ilusión otorga, y en un noventa y casi todo por ciento en euskara. Como diría el propio Lazkao Txiki, «pequeño sí, pero de sobra capaz de llegar con los pies al suelo».

En ese mismo suelo en el que grababa su huella de gigante Lazkao Txiki, Berasategi hincaba la bandera de pionero en el oficio y ponía las bases de una animación con denominación de origen, sin fecha de caducidad y sin necesidad de ser consumida preferentemente antes de hacerse mayores. Luego vendrían “Nur eta herensugearen tenplua” en 2017 o la reciente “Lur eta Amets” de 2020, un proyecto que el director pasaitarra dejaba inacabado y, por lo mismo, especialmente emotivo para el equipo de Lotura Films, con el que empezaban a caminar calzados de ilusión por un nuevo sendero creativo y empresarial.

Casi tres décadas después

Han pasado casi 30 años desde que Juanba Berasategi creaba la productora Lotura Films (fue en 1992), unos cuantos más desde aquel corto “Fernando Amezketarra” de 1981 –simiente de la serie televisiva– y “Kukubiltxo” de 1983, con el que este precursor del cine de animación en Euskal Herria se haría con el Gran Premio del cine vasco. «Realmente él no quería producir –explica su hija Miren–. A él lo que le gustaba era dibujar y hacer cine, pero en este mundo de la animación si no produces tú tus propios proyectos es muy complicado que salgan adelante». Desde 2017, año en el que Juanba se fue casi sin avisar, es su hija quien está al frente de Lotura; a su lado, dos de los nombres propios de la animación actual en Euskal Herria, Imanol Zinkunegi y Joseba Ponce, y todo un equipo que prepara lo que va a ser su nueva película: “Orkestra Lurtarra”, que prevén estrenar en invierno.

Se trata de la adaptación animada de un texto original de Harkaitz Cano, una historia un poco loca y extravagante de un soñador llamado Manu cuya pasión es conocer a la que cree el amor de su vida, la pianista Stella Panini. Para ello forma una orquesta con personajes a cada cual más extraterrestre y peculiar, empezando por él mismo, que dirige la orquesta con una escoba. Es un viaje que parte de Pasaia con destino a Nueva York. Una historia cómica y familiar donde la música tiene una presencia especial. Explica Miren que «los protagonistas parecen extraterrestres, pero los temas que se tratan son muy terrestres: el amor y el desamor, la muerte, el pánico escénico, el miedo al fracaso... Es una película pensada para toda la familia y no solo para el público infantil».

Precisamente el del público es uno de los escollos de la animación y de todo producto cultural cuya materia prima es el dibujo o la ilustración: falta recorrido para deshacer la ecuación que conecta animación y edad, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en el norte de Europa, donde el consumo de este tipo de ficción está más normalizado. «Es cierto que la mayoría de nuestras películas están dirigidas al público infantil, en parte por la dificultad comercial que acarrea la animación para adultos, pero no es el único registro que tenemos en Lotura», admite Berasategi, que resalta la importancia del público infantil a la hora de testar si una película funciona. «Yo presento los proyectos a mis hijas para ver su reacción. Mi padre hacía lo mismo conmigo. Pero lo fundamental, si queremos que la animación tenga ese recorrido hacia un público adulto, es la promoción y la visualización de un sector que, dentro de la cultura en general y del audiovisual en particular, permanece oculto».

El sector de la animación es estratégico; la demanda de profesionales, dibujantes y animadores es creciente en el mercado audiovisual, y no solo en lo que se refiere al 3D. La animación en 2D vuelve a coger la fuerza que en cierta medida perdió con la novedad y la espectacularidad del formato tridimensional, y esto no solo ocurre en la pantalla de cine o en la ficción. Lotura acaba de desarrollar la carátula animada para el nuevo programa musical de ETB, “Bidegurutzean”, producido por Foku y con dirección de Galder Izagirre. «Un proyecto que, como empresa, nos generaba un reto: cómo presentar en un minuto de animación un programa y recoger la esencia del mismo. Estamos muy satisfechos», se felicita Berasategi. «En Lotura prestamos servicios en todo lo que engloba el proceso de animación, ilustración, imagen corporativa. No podemos vivir solo de la ficción. Producir una película es un proyecto de años y durante ese tiempo tenemos que vivir y mantener estructuras bastante grandes», añade.

Berasategi echa en falta un poco más de apoyo institucional y mimo: «Necesitamos que desde las instituciones nos cuiden un poco más, somos el hermano pequeño del audiovisual. Somos un sector con futuro; es verdad que en un futuro de cambios donde la internacionalización es ya una obligación y donde la pantalla del cine pierde peso frente a las plataformas digitales e internet. El consumo audiovisual está cambiando, y el cambio es mucho más rápido desde la pandemia, el confinamiento y nuestra relación casi exclusiva a través de las pantallas. Creemos en nuestro futuro pero necesitamos que se acuerden de nosotros».