Iker BIZKARGUENAGA

A la deriva

La consejera de Salud de Lakua, Gotzone Sagardui, explicó ayer que la incidencia del covid-19 es «muy elevada», que «continúa aumentando», y que «en los últimos días lo hace a un ritmo mayor». Y añadió que la situación es «preocupante». No se le puede poner ningún pero a sus palabras, porque dibujan de forma precisa el estado actual de la pandemia en la CAV. Los datos de nuevos ingresos aportados por Osakidetza lo corroboran.

Pero, precisamente por eso, no se entienden las declaraciones del coordinador del LABI técnico, donde se supone que están los que más saben de esto, quitando hierro a la situación y augurando el pico de la ola en unos pocos días. Siete o diez, dependiendo del medio, porque se ha prodigado mucho el fin de semana.

Con todos los matices que le quiera poner, lo manifestado por Jonan Fernández no transmitía la preocupación que sí expresó ayer la consejera. Al contrario, relativizó la gravedad al decir que «todos estamos mucho más cansados» y cualquier tendencia al alza «nos hace daño», pero «debemos saber que estuvimos mucho peor en octubre-noviembre y en enero».

Las palabras y el tono apremiante de Sagardui coinciden con lo expresado horas antes por el lehendakari, pero no con la decisión del propio Urkullu, posterior a reunirse con el LABI técnico, de no convocar el LABI político al menos hasta dentro de semana y media. Tampoco con la adoptada hace unas semanas, cuando regaló unos días de vacaciones al virus.

Vivimos en un mar de contradicciones. Las hay entre palabras y hechos, y en las declaraciones que nos llegan desde una nave que no se sabe bien quién gobierna.

Mucha gente se siente ahora como Remedios Amaya en Eurovisión: sin saber quién maneja la barca, pero intuyendo adónde nos lleva. Y probablemente, le darían al Ejecutivo la misma puntuación que recibió la sufrida cantaora trianera.