Janina PÉREZ ARIAS
BERLÍN
Elkarrizketa
MASSOUD BAKHSHI
CINEASTA

«Jamás me voy a censurar: siempre plasmaré la realidad de la sociedad iraní»

En un plató de televisión, una mujer lucha para no ser ejecutada por homicidio. Su destino depende de la clemencia de la hija de la víctima. Galardonada con el Premio del Jurado en el Festival de Sundance de 2020, “Yalda, la noche del perdón”, filme iraní que llega a las salas comerciales, muestra la cultura del perdón llevada al colmo del entretenimiento: a un reality show.

A Massoud Bakhshi (Teherán, 1972) le ha costado ocho años volver a rodar un largometraje. Considerado a sí mismo como un documentalista en funciones metido a hacer ficción, vuelve a la gran pantalla con “Yalda, la noche del perdón”.

Como a muchos de sus compatriotas y colegas (Jafar Panahi o Mohammad Rasoulof, entre los casos más sonados y extremos), las autoridades iraníes le asestaron un duro golpe cuando censuraron y prohibieron la exhibición en Irán de su Caín y Abel moderno, titulado “A respectable Family” (2012). Este puesto en la lista negra le supuso largos años en espera para conseguir la aprobación y el permiso para rodar su segundo largometraje de ficción, que solamente podría tener lugar en su país. Logró realizarlo gracias al apoyo de diferentes productores extranjeros. Tal como aclara Bakhshi, Yalda significa «gran nacimiento»: es un vocablo relacionado con el giro solar que después de las noches largas se daba paso a la claridad prolongada.

Galardonada con el Premio del Jurado en la sección World Cinema del Festival de Sundance de 2020, “Yalda, la noche del perdón” cuenta la historia de Maryam (Sadaf Asgari), quien ha matado a su marido accidentalmente. Condenada a muerte, acepta participar en un reality show donde tendrá que implorar su perdón a Mona (Behnaz Jafari), la hija de la víctima. El destino de Maryam está pues en las manos de Mona.

Curiosamente esta historia está basada en hechos reales. El reality show donde se decide entre la vida o muerte es uno de los más vistos en la televisión iraní desde hace más de una década. Massoud Bakhshi encontró en ese formato la estructura dramática idónea para narrar su historia y, a la vez, una vía para criticar no solamente este tipo de espectáculos mediáticos, sino también el sistema jurídico iraní.

¿Qué le impulsó a rodar «Yalda, la noche del perdón»?

La primera idea que se vino para rodarla fue cuando vi unos documentales sobre unas mujeres convictas acusadas de asesinato. Me dio mucha tristeza constatar que, si bien eran criminales, también eran víctimas. Escribí la historia basándome en una de esas mujeres, luego hice una investigación y de varios casos construí la historia final. La razón por la que hice esta película es que se trata de ese tipo de historias que nunca son contadas porque, por lo general, la sociedad, las leyes y el sistema judicial en mi país juzgan con ligereza los hechos sin analizar las pruebas ni considerar los detalles. A través de este filme quise expresar que se trata de situaciones muy complicadas y relativas, y que es muy difícil juzgar las miserias de las personas.

Se sabe que en su país la situación de las mujeres no es de las mejores, ¿esta fue su motivación para centrarse en roles femeninos?

Se tiende a tener una imagen muy en blanco y negro de Irán. Por decirlo de alguna manera, la fotografía es más amplia. La mujeres conforman una gran y significativa parte de la sociedad y siempre han estado en la búsqueda de sus derechos y de su lugar, no solamente desempeñando los roles tradicionales dentro de la familia, sino también en la sociedad. En las grandes ciudades la mayoría de las mujeres tienen una educación superior; de hecho, hay más mujeres en las universidades que hombres.

En la película, aparte de los personajes principales, hay varios roles femeninos que representan a diferentes mujeres. Cuando escribí el guion fui a los estudios de televisión y me sorprendió que todas las personas que trabajaban detrás de las cámaras eran mujeres. Todo esto forma parte de los cambios que se han producido.

El «reality» que muestra en el filme es real. ¿Por qué esos programas son tan populares en Irán?

Con fines cinematográficos dramaticé algunos detalles. Sin embargo, el hecho de que exista ese show es una muestra de las ineficiencias del sistema jurídico. Cuando suceden esos asesinatos, se obvian las circunstancias y si ha sido un accidente es muy difícil que se de un veredicto justo. El sistema judicial, que además está basado en el castigo, sabe de sus deficiencias como también es plenamente consciente de que lo único que puede funcionar es un sistema preventivo. Quiero decir con esto que ejecutar a los criminales en casos de accidente no es la solución. Las ejecuciones son parte de una ley muy antigua a la que se le unen las deficiencias del sistema judicial. Con este tipo de shows y ceremonias lo que se hace es promover la cultura del perdón.

Por otra parte, yo desconocía el hecho de que en esa antigua ley figura que el juez responsable de dar el veredicto en primer lugar le pregunta a la víctima su disposición a dar el perdón, ya que la venganza no es solución. Ese programa se realiza en nombre del perdón, lo cual es respetable, pero al tratarse de una producto mediático, busca ser un espectáculo. Aunque no critico la necesidad que tiene la sociedad de perdonar, con esta película quise transmitir que se trata de un tema muy delicado del que no se puede hacer un espectáculo mediático. Son situaciones dolorosas para las familias involucradas.

En la cultura del perdón, la indemnización monetaria también juega un papel importante. ¿Perdonar tiene el mismo significado en los diferentes estratos sociales?

En la película, el dinero es como un aspecto simbólico. El mundo sufre por la división entre la minoría de los ricos y la mayoría de países menos favorecidos. Los pobres no solo padecen por sus situaciones económicas paupérrimas, sino también por todo tipo de injusticias. Ese aspecto simbólico en el filme también está representado a través de la historia de esas dos mujeres: la insoportable arrogancia y codicia de los más ricos frente a la paradoja de la bondad que se ve mucho en los más pobres. Esa ley que he mencionado antes tiene una carga religiosa y tradicional: el hecho de que implique el llamado blood money (la indemnización) podría ser una ayuda para la gente de menos recursos, para al menos salvar a otros familiares o que le permita a una familia iniciar una nueva vida. Por lo general, cuando es una persona pobre la que tiene que indemnizar, no puede permitirse juntar esa gran cantidad de dinero.

¿Cree que el verdadero significado del perdón es un asunto recurrente en la sociedad y en la cinematografía iraní?

Cada año en Irán se producen unos cien filmes. Muchos de ellos son primeras o segundas películas, lo que indica que hay un relevo generacional. De todas esas producciones al menos dos tocan el tema del perdón. Eso muestra que la sociedad iraní es consciente de ese tema, que se está produciendo una discusión, que se cuestiona el sistema y su manera de actuar, así como también están demandando que se establezca un sistema preventivo.

Sin embargo, ¿la venganza sigue siendo más fuerte que la voluntad de perdonar?

Por supuesto. Es más fácil la revancha que el perdón. La venganza es un instinto, pero el perdón es un pensamiento, y allí radica su virtud. El perdón se encuentra en muchas religiones y te empuja a ponerte en los zapatos de los demás.

Su primera película, «A respectable Family» (2012) fue prohibida en Irán. ¿Con «Yalda» le preocupó que pudiera suceder de nuevo o, por el contrario, hizo la película que quería?

Nunca me he autocensurado y con este filme tampoco lo hice. De hecho, apliqué la idea del perdón. Cuando pasé por todos los problemas con mi primera película, recuerdo que me dije que no tomaría venganza: hacerlo hecho hubiera significado ser un individuo en contra de un sistema demasiado poderoso. Yo me siento capaz de perdonar a esas personas que juzgaron mi trabajo, y si bien se trata de una película, fue realmente perturbadora y dolorosa la manera como reaccionaron y el odio hacia mí. Sin embargo, jamás me voy a censurar: siempre contaré la verdad en mis películas, plasmaré la realidad de la sociedad iraní. Soy documentalista y como tal tienes la posibilidad de mostrar la realidad con la finalidad de alcanzar la verdad, pero para ello tienes que ser honesto contigo mismo y con el público.