Aritz INTXUSTA
CRISIS DEL CORONAVIRUS

Urkullu no blindará sus medidas con un estado de alarma y hará otro decreto

Las medidas de la CAV por fin parecen generar un muy leve descenso de contagios. Iñigo Urkullu declina pedir un estado de alarma para la CAV que blinde estas restricciones más allá del 9 de mayo y opta por un nuevo decreto. Sin embargo, no concreta las nuevas medidas pues desconoce qué le dejarán aplicar los tribunales y lo debe consultar.

Gorka Rubio | Colas de espera en Illunbe para la vacunación.
Gorka Rubio | Colas de espera en Illunbe para la vacunación.

El 9 de mayo vence el plazo del estado de alarma y Moncloa sigue sin destapar la carta de qué piensa hacer. Medidas clave como las limitaciones al derecho de reunión o el toque de queda quedarán desprovistas del paraguas jurídico bajo el que se decretaron. Los presidentes autonómicos tienen la posibilidad de pedir lo que se han llamado «estados de alarma a la carta», pero Urkullu no quiere pasar por el aro pese a que la situación hospitalaria está en cotas no vistas desde la primera ola y que su incidencia acumulada es la peor del Estado.

La opción de Urkullu pasa por la elaboración de un nuevo decreto con las medidas que él ve preciso mantener y su envío a los tribunales para que estos le digan cuáles se pueden aplicar con la legislación ordinaria y cuáles pasan a ser inviables sin estado de alarma. El resultado de esta consulta es muy preocupante, entre otras cosas, porque Lakua no peleó hasta e final contra el auto firmado por un juez negacionista que le revocó la potestad de cerrar los bares.

La vía más garantista para que la CAV pudiera mantener lo que actualmente parece haber empezado a funcionar (el índice diario de casos comienza a descender muy levemente) era apelar a la Ley Orgánica 4/1981 y haber solicitado el mantenimiento del estado de alarma para la CAV, independientemente de lo que haga el resto del Estado. Sin embargo, Lakua prefiere manejar esta situación como si se tratara de una crisis política.

Ni Lakua ni Moncloa desvelan del todo sus planes. Urkullu dice que firmará un decreto el viernes, hurtando al Parlamento el debate previo. Y Moncloa tampoco aclara qué medidas estarán vigentes a partir del día 9.

Fuentes consultadas por GARA en el Congreso apuntaban a que la derogación del estado de alarma tiene un punto de farol que ni siquiera ha caído bien en el conjunto del PSOE, sobre todo en las federaciones que gobiernan autonomías. Y recuerdan que los estados de alarma no requieren pasar por el Congreso para su promulgación. Basta con que el Consejo de Ministros decrete el estado de alarma (que puede ser igual al actual o modificarse) para que entre en vigor durante 15 días. Pasado ese tiempo, el Congreso sí debe refrendar una prórroga de la excepcionalidad.

Antes de que llegue el decreto de Urkullu o una eventual declaración del Consejo de Ministros, se habrán recontado ya las papeletas en la Comunidad de Madrid, unas elecciones que clarificarán el escenario a nivel estatal, dibujando una nueva correlación de fuerzas entre Gobierno y oposición (y, a su vez, entre las tres derechas). Muy probablemente, estos comicios tengan mucho que ver con el mutismo de Moncloa.

La tragedia de todo esto es que la crisis sigue siendo sanitaria pese a que las decisiones se tomen con perspectiva política en Gasteiz y en Madrid.

 

Acelerón a la vacunación y frenazo de los contagios en la CAV

La incidencia acumulada no sube desde el 26 de abril, aunque tampoco está bajando de forma abrupta en ninguno de los cuatro territorios, siendo Bizkaia el que menos mejora y Gipuzkoa el que está más alto. Por la evolución de Nafarroa, que optó por la prudencia en Semana Santa, es presumible que el descenso (en caso de consolidarse en la CAV) sea más lento de lo deseable. La consejera Gotzone Sagardui se animó ayer a vaticinar un descenso en las hospitalizaciones dentro de dos semanas. Quizás acierte, pero fue una lectura optimista. La situación sigue siendo muy grave, la peor desde la primera ola.

La esperanza está en la vacunación. Nafarroa ha empezado a llamar a las personas de 59 años para abajo y planea vacunar 40.000 en una semana. De mantener ese ritmo, da como para ir bajando la edad de vacunación de 5 años en 5 años cada dos semanas. El ritmo de vacunación en la CAV sería todavía más rápido en proporción a su población. Hablan de 160.000 dosis en una semana.

Actualmente, las franjas de edad que han supuesto el mayor número de muertes están cubiertas por completo (por encima del 90% en mayores de 80 años con las dos dosis). Por debajo de esas edades, tres de cada cuatro personas de entre 70 y 79 años habrían recibido una dosis y una de cada cinco, las dos. En el tramo de entre 60 y 69 años, más de la mitad habrían recibido la primera de las dosis.