Carlos GIL
Analista cultural

Celebramos que se hagan representaciones en vivo

Entre revisiones de clásicos, distopías emergentes, grandes estímulos a la retro vanguardia y una situación socio-económica inabarcable en su complejidad, que la cultura en vivo siga existiendo, que reciba la visita de unos públicos que siguen buscando ese momento de fusión en la convención de una sala oscura en donde permanece con mascarilla y nota el aire vacío entre su butaca y la siguiente ocupada, puede entenderse como un triunfo, aunque se establezca este estado de opinión desde los mínimos presupuestos de rigor, ya que celebramos que se haga, que acuda público, pero no estamos en el momento de pensar sobre lo que se hace, lo que vemos, de qué nos emocionamos, cómo nos reímos y qué nos plantean los escenarios más allá de un acto público de convivencia en el telúrico concepto del acontecimiento que sucede a base de cuerpos, gestos, palabras, músicas y elementos tecnológicos que ayudan a su visión y escucha y que se completa en el cerebro de cada espectador asistente, que reciben en origen la misma luz, pero que se convierte en cada uno en una imagen, un sentimiento o una idea diferente. Es decir, lo que se celebra es que seguimos haciendo Teatro, en vivo y en directo. Tiempo tendremos de ver los efectos estructurales que ha sufrido el sistema productivo, las opciones temáticas y filosóficas que reclama la situación en la que queda la sociedad donde crecen las propuestas. Futurismo recreativo.