Koldo Campos
Escritor
AZKEN PUNTUA

De haber seguido siendo Peter Pan

No hay, probablemente, rasgo más característico de la infancia y que mejor la defina que la ingenuidad, esa cándida inocencia que, cuando la perdemos, nos condena a treinta años y un días de adultez.

Una triste mañana, en medio de un fragor de sueños rotos, acabamos sabiendo que los reyes, incluso los magos, son unos sinvergüenzas; que los siete enanitos eran antropófagos y la hermosa Blancanieves una madame de lujo; que era un anuncio publicitario aquello de que Hacienda somos todos y un entremés de nochebuena la igualdad de los mismos ante la ley.

La cometa queda anclada en los cables, la merienda en la mochila y acabamos poniéndonos los pantalones largos. Los años pasan y los adultos se van haciendo viejos pero, entre tanta confianza y fe desvanecida, cada vez más descreídos, seguimos aceptando, sin embargo, como única verdad de nuestras vidas, los cuentos que nos mienten y nos callan todos los días los grandes medios para que terminemos suscribiendo el mismo pensamiento y, a ser posible, expresado de la misma forma. Mimetismo global a fuego lento.

En ellos, triste desagüe para sueños que debieron tener mejor destino, depositamos la credulidad que ya no nos merece Pinocho o la Cenicienta. Demasiado tarde para confirmar que hubiéramos crecido mucho más de haber seguido siendo Peter Pan.

(Preso politikoak aske)