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KABUL

Afganistán vive su primera jornada de tregua tras semanas de combates

Afganistán comenzó ayer un alto el fuego de tres días, que declararon los talibanes y secundó el Gobierno afgano, con motivo de las celebraciones por el fin del Ramadán. El país está sufriendo un recrudecimiento de la violencia desde el 1 de mayo. El presidente instó a los talibanes a «aprovechar esta oportunidad» y lograr un acuerdo político.

Tras semanas de violentos enfrentamientos en todo el país, ayer entró en vigor el alto el fuego de tres días propuesto por los talibanes con motivo del Aid al Fitr, la fiesta que marca el fin del Ramadán, y aceptado por el Gobierno afgano. A primera hora hombres, mujeres y niños fueron a las mezquitas o a terrenos al aire libre para rezar e iniciar esta festividad que finalizará el sábado.

Durante las oraciones, el presidente afgano, Ashraf Ghani, exhortó a los talibanes a aceptar una tregua duradera. «Nuestros brazos están abiertos para vosotros (...) No queremos vuestra rendición, os invitamos a un consenso político. La guerra no es una solución», manifestó. «Todos los políticos quieren un proceso de paz propiedad y liderado por afganos», añadió el mandatario.

Este mensaje llega en un momento de especial tensión: las tropas estadounidenses y de la OTAN comenzaron su fase final de retirada el 1 de mayo, un proceso que finalizará el 11 de setiembre con motivo del 20 aniversario de los atentados en EEUU que desencadenaron la invasión y ocupación de Afganistán. Además, las negociaciones de paz que se iniciaron en setiembre siguen estancadas.

Si bien los milicianos talibanes evitan los enfrentamientos con las tropas estadounidenses, se han multiplicado los ataques contra las fuerzas gubernamentales. Estas últimas semanas los combates se han intensificado en varias provincias, y el martes los insurgentes arrebataron al Gobierno en control de un distrito en las afueras de Kabul.

Esta tregua llega tras dos semanas especialmente violentas. Más de 1.500 talibanes y un número desconocido de miembros de las fuerzas de seguridad han muerto en intensos combates en varias provincias.

El 8 de mayo, más de 50 personas murieron y unas cien resultaron heridas en un barrio chií hazara de Kabul, en una serie de explosiones de bomba delante de una escuela de niñas. Fue el atentado más mortífero en un año. Las autoridades lo atribuyeron a los talibanes, pero estos lo negaron.

Las anteriores treguas han sido ampliamente respetadas, en un gesto que busca mostrar el control de los dirigentes talibanes sobre las múltiples facciones activas. En la opinión del analista político afgano Fawad Kocha, recogida por AFP, el líder de la insurgencia, Hibatullah Akhundzada, «quiere demostrar que es el señor de la guerra y de la paz».

Escuelas y hospitales, en el punto de mira de los ataques

Las representantes especiales de la ONU Virginia Gamba y Najat Maalla M'jid denunciaron que el ataque del pasado 8 de mayo en la capital afgana iba «claramente dirigido a las niñas y sus familias» y advirtieron de que la reciente escalada de violencia que ha afectado repetidamente a los niños puede exacerbar aún más las terribles condiciones de este grupo altamente vulnerable». Reclamaron a las autoridades afganas que velen por el derecho a la educación de los menores, «especialmente la de las niñas, que con demasiada frecuencia se pasa por alto».

Remarcaron que Afganistán es «uno de los países más afectados por los ataques a escuelas y hospitales». «Es posible que las niñas no tengan la opción de volver a la escuela cuando vuelvan a abrir, porque tuvieron que trabajar o casarse para mantener a sus familias. Los países deben tomar la decisión estratégica de priorizar la educación, incluso en conflictos armados», resaltaron las delegadas de la ONU.GARA