Mikel INSAUSTI
Crítico cinematográfico

Un globo pinchado

El alarmante descenso de audiencia que han sufrido las retransmisiones de las principales ceremonias de entregas de premios anuales, incluida la de los Óscar, ha hecho que la mirada crítica hacia algunos de estos eventos se refuerce. Una coyuntura en la que los más señalados son los Globos de Oro, aunque el ataque a esta gala y todo lo que hay detrás de ella ya viene de antes. El primer toque de corneta lo dio la periodista noruega Kjersti Flaa, que interpuso una demanda contra la HFPA (Asociación de Prensa Extranjera en Holywood), que es la entidad organizadora, cuando le denegaron la posibilidad de inscribirse como miembro, por el simple hecho de ser mujer.

Esta afirmación no es demagógica o exagerada, sino la constatación de una realidad aireada cuando se dio a conocer la estrecha y corrupta relación que el depredador sexual Harvey Weinstein mantenía como influyente productor con una a todas luces más que sobornable institución. Ahora, mientras la actriz Scarlett Johansson llama al boicot por discriminación sexual y racial, Tom Cruise acaba de devolver los tres Golden Globes ganados a lo largo de su carrera, y la cadena NBC anuncia que el próximo año ya no cubrirá la emisión de estos tan polémicos premios. Se abre un compás de espera para ver si este club privado de 87 socios empiezan a renunciar a parte de sus privilegios en el Hollywood dorado.