Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Dios mío, ¡los niños han vuelto!»

El cine no necesita invocar al altísimo por ahora

Siento mucho tener que empezar hablando otra vez del título de la versión doblada, pero ese es un aspecto en el que la distribución no ha cambiado desde los tiempos del franquismo. Además de invocar el nombre del altísimo en vano, es machista, porque la que vuelve a casa es la hija acompañada de su novio. Pero, sobre todo, se pretende engañar al público, ya que no existe ninguna franquicia llamada “Díos mío”, aunque se sacaron una de la manga para las comedias protagonizadas por Christian Clavier, que aquí no aparece por ninguna parte. La protagonista es Michèle Laroque, quien se dirige a sí misma, después de desdoblarse por primera vez con gran éxito en el mercado francófono gracias a su ópera prima “Brillantissime” (2018). Su segundo largometraje “Chacun chez soi” (2020) es una comedia coyuntural que utiliza el humor comercial para caricaturizar personajes y situaciones costumbristas en relación con la crisis económica, reflejada a través de los cambios forzosos de hábitos en el ambito familiar y doméstico.

El tema de la emancipación cada vez más tardía de hijas e hijos es una constante en la comedia francófona desde que el genial Étienne Chatiliez sentáse cátedra con “Tanguy” (2001), y más recientemente hemos tenido otros ejemplos como “Vuelta a casa de mi madre” (2016), que tenía a Alexandra Lamy en el rol filial y a Josiane Balasko en el materno. La novedad es que Laroque se suma en cierta medida al movimiento de las “malas madres”, encarnando a una que no duda en hacer mobbing inmobiliario con su propia hija veinteañera. Así que su actitud no tiene nada de cristiana, si se piensa en la fábula del hijo pródigo, contemplada como paternalista dentro de la crisis matrimonial provocada por la prejubilación del marido.

Es una circunstancia que bien se podría extrapolar al confinamiento, con grupos de convivientes obligados a permanecer juntos bajo un mismo techo.