Maite UBIRIA
BAIONA

En Ipar Euskal Herria ya vacunan a adolescentes

Las autoridades sanitarias francesas comenzaron ayer con la vacunación de las personas de entre 12 y 18 años de edad, una decisión a la que ha planteado reservas el comité de ética, que estima que la decisión de vacunar a los más jóvenes se adoptó «con excesiva celeridad». El Estado español decidió ayer en la Comisión de Salud proseguir con la vacunación hasta los menores de 12 años. La previsión de Madrid es iniciar la inmunización de menores en setiembre.

La vacunación de menores de entre 12 y 18 años, anunciada el 2 de junio por París, entra en vigor en un periodo especialmente complejo para los jóvenes de ese rango de edad.

Empezando por los más mayores, los jóvenes que aspiran a pasar el examen de “bac” (bachillerato, similar a la selectividad) en la rama de profesional están ya haciendo las pruebas. El 17 de junio será el turno de los alumnos del llamado “bac general”. Un alto porcentaje de su nota vendrá, pandemia obliga, de la evaluación continua. Con todo, ese día tendrá lugar, también para los alumnos de Ipar Euskal Herria, la mítica prueba de Filosofía, que dará paso en días sucesivos a la prueba oral.

Esa es la prioridad absoluta para alumnado, profesorado y familias estos días, lo que hace que ese arranque de la vacunación quede, en cierto modo, en segundo plano.

Los alumnos que terminan la etapa de liceo están centrados en los exámenes, las prácticas o los planes de verano, y ven lejos el arranque del nuevo curso, lo que no deja de ser un hándicap cuando la decisión de vacunar ahora a esa franja de población obedece precisamente al interés en que en setiembre los centros educativos, en su caso las universidades, puedan empezar a funcionar con más normalidad.

Será la semana que viene cuando los alumnos de 13-14 años hagan la prueba de “brevet”, de acceso a la Secundaria.

En ese contexto tan particular abrieron los vacunódromos para los menores, que precisan de una autorización parental para recibir el pinchazo de Pfizer.

Una decisión que las autoridades sanitarias ligan a la necesidad de avanzar con la vacunación, pero también a la urgencia de «normalizar» la vida de los adolescentes, para los que sicológicamente la pandemia resulta muy dura.