EDITORIALA

El modelo policial violento en cuestión

Las últimas actuaciones de la Ertzaintza contra movilizaciones de contenido socioeconómico han sido especialmente violentas: contra los trabajadores de Petronor en huelga anteayer, contra los piquetes y la manifestación organizada por los trabajadores de Tubacex en Gasteiz, contra los trabajadores en huelga de PCB en Barakaldo –carga en la que un representante sindical de CCOO terminó con la nariz rota– o contra la convocatoria de Ernai contra la precariedad juvenil, que se saldó con dos participantes hospitalizados. El uso absolutamente injustificado de violencia por parte de la Policía Autónoma ha llegado a tal punto que ayer la critica llegó desde sus propias filas: ELA-Ertzaintza calificó esas cargas de «desproporcionadas» y abogó por otro modelo policial.

Lo cierto es que se está imponiendo un esquema de actuación policial duro y agresivo independientemente del carácter de la movilización. Además, se da en un momento de rechazo generalizado a la violencia. Da la impresión de que el objetivo final es sacar las protestas de la calle, obviando que la gente tiene derecho a manifestarse y a luchar por sus derechos en una sociedad democrática. No aceptarlo significa deslizarse peligrosamente hacia un estado policial y autoritario donde solo se permite aquello que no molesta al poder; y a juzgar por las actuaciones de la Ertzaintza, este es básicamente el poder económico. El uso desproporcionado y sectario de la fuerza ha provocado algunas muertes, directamente la de Iñigo Cabacas, y una sangría de personas mutiladas, tal y como recoge un informe presentado ayer. Algunas víctimas –entre las que estaba la familia Cabacas–, junto con varias asociaciones, pidieron que se prohiba el uso de material antidisturbios.

El comunicado de ELA-Ertzaintza puede ser un buen comienzo para romper ese corporativismo mal entendido y abrir el debate sobre el modelo policial. A juzgar por lo visto, sus responsables políticos no tienen ningún interés en promover esta reflexión, pero no es sostenible tener a la Policía azuzada contra la gente, en vez de a su servicio.