Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «La violinista»

Sensibilidad truncada

La excelente actriz Matleena Kuusniemi acierta a la hora de revelar a través de su personaje el dolor interno de una mujer que vio truncada su carrera como violinista y que se ve sumida en la furibunda trastienda del mundo cultural. El punto de partida es como el de tantos filmes parecidos, una violinista asume que su exitosa carrera finalizó a resultas de un accidente que le quitó la sensibilidad en las manos. Visto que sus dedos ya nunca más captarán la esencia de las partitura de los grandes clásicos, recurre a dar clases a jóvenes músicos que aspiran a ser lo que una vez ella fue.

En este su nuevo cliclo, la protagonista conoce a un joven, talentoso y muy ambicioso músico con el que iniciará una relación extramatrimonial. El poder, la ambición y la pérdida en el mundo artístico son algunos de los temas que ha abordado el cineasta finlandés Paavo Westerberg en esta su primera experiencia detrás de una cámara. Una película que se sustenta sobre todo en su apabullante puesta en escena y en un argumento que, con desigual fortuna, quiere abarcar demasiados territorios íntimos.

Cunando la cámara persigue la mecánica sentimental de los personajes, poco o nada relevante, descubrimos en estas secuencias que son resueltas mediante los tópicos. En cambio, cuando Westerberg centra su atención en la cara menos afable del mundo profesional en el que se desenvuelve la protagonista, topamos con los mejores momentos del filme.

Es en estos pasajes cuando sale a relucir la cara menos afable de un universo artístico que siempre hemos asociado a la sensibilidad pero que no es ajeno a las zancadillas profesionales, los celos casi enfermízos y los egos desatados.

Otro elemento interesante lo encontramos en las interpretaciones en las que, además de la ya mencionada Kuusniemi, destacan las muy creíbles y naturales intervenciones que realizan Olavi Uusivirta y Kim Bodnia.