Aitor AGIRREZABAL
IRUÑEA
VÍCTIMAS Y MEMORIA

Tras 39 años, Europa escribe la historia de Muruetagoiena

En marzo de 1982, tras diez días detenido e incomunicado, el médico de Oiartzun Esteban Muruetagoiena falleció a los 38 años. El Parlamento europeo acogió ayer una sesión online que busca arrojar luz sobre lo sucedido aquellos días. Su historia se ha escrito en la Cámara europea tras haber pasado prácticamente cuatro décadas.

El Parlamento europeo acogió ayer un webinar, un contenido formativo a través de internet, sobre el caso del médico de Oiartzun Esteban Muruetagoiena, en el que participaron su hija, Tamara Muruetagoiena, los eurodiputados Clara Ponsatí y Pernando Barrena, el forense Paco Etxeberria y el periodista Jonathan Martínez. El relato publicado por este último en NAIZ y GARA impulsó esta jornada.

Tamara Muruetagoiena, desde Connecticut, explicó el caso de su padre. El doctor Esteban Muruetagoiena fue detenido en su domicilio de Oiartzun en la noche del 15 al 16 de marzo de 1982 acusado de haber atendido, en calidad de médico, a un militante de ETA herido, hecho por el cual había sido absuelto tres años antes. Nadie supo de su detención hasta tres días después, cuando, alarmados ante su ausencia en el consultorio, varios vecinos del municipio fueron junto al alcalde a su casa. Tras varias gestiones e indagaciones, supieron que había sido arrestado bajo la nueva «ley antiterrorista» de UCD, incomunicado y trasladado a la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid.

Diez días después quedó en libertad sin cargos. Pero «ya no era la misma persona», contó su hija. «Me pusieron la bolsa, los electrodos y me sometieron a la tortura conocida como ‘el quirófano’, apretándome fuertemente los testículos. También nos hicieron ‘el gimnasio’, es decir, andar agachado o en posturas forzadas. Cuando te caías te daban cuatro hostias y vuelta a empezar», remarcó en su día el médico de Oiartzun. Tres días después de salir de la Comandancia falleció, oficialmente, «por un paro cardíaco».

Ponsatí recordó que el TEDH ha condenado en numerosas ocasiones al Estado español por no investigar denuncias de tortura y que, en siete ocasiones, el juez señalado ha sido el actual ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska. Y en aquella ocasión no fue distinto.

El forense Paco Etxeberria puso el foco sobre la autopsia que se le realizó a su colega. «Es un escándalo de documento». El informe está firmado por un médico que no tenía formación alguna como forense, Faustino Alfageme, que traslada que el cuerpo «no presenta signo aparente de violencia física» y que el fallecimiento se debe a un fallo cardíaco. «Ese informe viene a demostrar que prácticamente no hubo autopsia. Abrió el abdomen, exploró el tórax y dijo que había fallecido por un fallo del miocardio. Esteban tenía una hemorragia en un oído, porque tenía un tímpano roto y no se hizo autopsia del cráneo», ha explicado Etxeberria. También tenía varias quemaduras en la cabeza.

Pernando Barrena, que dinamizó el relato, destacó que divulgar historias como la de Muruetagoiena es necesario para construir una sociedad madura. «Mirar al pasado en estas circunstancias siempre es un ejercicio doloroso, pero nos permite mirar al futuro con esperanza», manifestó.

En búsqueda de la verdad tuvo un papel muy relevante Jonathan Martínez, que ha recordado la obra “El coronel no tiene quien lo escriba”, de Gabriel García Márquez, en la que el protagonista espera una carta para que le llegue una pensión. «Han pasado 39 años desde que desaparecieron a Esteban Muruetagoiena. Tenía la misma edad que tengo yo ahora. No ha tenido quien le escribiera. No tenía quien escribiera lo que pasó durante esos diez días en los que se lo tragaron los juzgados». Ahora, su historia ha encontrado un altavoz.