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Sin mascarilla en la boca, pero con al menos una en el bolsillo

El Gobierno español va a derogar el artículo 6 de la Ley 2/2021, que es de la que depende la obligatoriedad de la mascarilla en los exteriores. Este artículo obliga a su uso casi en cualquier parte, incluso cuando se está en solitario. A partir de ahora se flexibilizará, reduciendo su uso obligatorio prácticamente a interiores, aunque se mantienen algunas excepciones, como aquellos espacios donde es imposible mantener 1,5 metros de distancia. También persiste la obligación en eventos «multitudinarios» y en espacios cerrados de uso público.

Lo más reseñable, sin dejar de ser lógico, es que el Gobierno quiere que todo el mundo lleve encima y a mano una mascarilla constantemente, para ponérsela si va a entrar en algún espacio interior o si entra en algún lugar donde no se puede guardar la distancia. Esto será lo más controlable por parte de las autoridades, si bien queda por ver cuanto esfuerzo se dedica a verificar este extremo, ya que nadie sabe cómo impactará la eliminación de la mascarilla en la evolución epidémica. Si su desaparición no desata un repunte automático, quizá no llegue un control exhaustivo.

Es posible que dar este paso que sea negativo y haya que retroceder, pero no parece lo más probable. La obligatoriedad de la mascarilla en el exterior es una medida extrema que solo se ha impuesto en contados países de Europa. Con los niveles de inmunidad que se están consiguiendo y, en vista de que otros países han podido contener el virus sin implementar esta obligatoriedad, aparentemente este será el adiós definitivo a la mascarilla en el exterior.

La nueva norma general que ha diseñado el Gobierno español y que entrará en vigor este sábado contiene otros apartados que eran lógicos, como el hecho de que será obligatoria la mascarilla para acceder al transporte público. Pero también alguna sorpresa positiva. Muy en particular, la eliminación de mascarilla en interiores de residencias donde más del 80% de los usuarios estén vacunados.

La exención en residencias alivia, por una parte, a uno de los colectivos que peor lo han pasado durante la pandemia y, además, es la prueba palpable de la eficacia de las vacunas. Sí deberán llevar mascarilla en estos centros tanto los trabajadores como las visitas.