El Soledad GALIANA
DUBLÍN

La propuesta de Johnson no convence a Irlanda o la UE

La Unión Europea ha rechazado la propuesta del Gobierno de Londres de renegociar el documento que regula los procedimientos aduaneros entre Gran Bretaña y el norte de Irlanda, que permanece dentro del mercado único europeo. Ayer, en un intento de aplacar los ánimos unionistas, Londres presentó ante la Cámara de los Comunes varias propuestas que se consideran impracticables ya que implicarían renegociar el Acuerdo de Salida en su totalidad.

La propuesta del Gobierno de Boris Johnson, quien pretende renegociar los términos del protocolo para el norte de Irlanda, fue recibida con frialdad por la Comisión Europea, que ya anunció que la Unión Europea (UE) no aceptará cambios en el texto del Acuerdo de Salida.

El acuerdo para mantener al norte de Irlanda en línea con el mercado único –necesario para evitar una frontera con la República de Irlanda, tal y como establece el Acuerdo de Viernes Santo– ha implicado controles aduaneros entre Gran Bretaña y el norte de Irlanda, lo cual ha enfurecido a los unionistas y lealistas, que han visto como el Brexit ha servido para reforzar políticas para toda la isla de Irlanda mientras se establecía una frontera en el mar de Irlanda, separándoles de Gran Bretaña.

El que fuera negociador jefe británico y ahora ministro británico del Brexit, David Frost, sostuvo ayer en Westminster que «no podemos seguir como estamos» y presentó un documento elaborado unilateralmente por el Ejecutivo con propuestas que requerirían cambios sustantivos en el protocolo para el norte de Irlanda, incluido un «período de suspensión» para mantener los plazos de gracia actuales y congelar las acciones legales de la Comisión Europea contra Reino Unido.

Según el protocolo, las mercancías que circulan en el norte de Irlanda deben cumplir con los estándares de la UE, mientras que el documento británico pide la eliminación de todas las formalidades aduaneras para las mercancías que se muevan de Gran Bretaña al norte de Irlanda y que no estén destinadas explícitamente a cruzar la frontera hacia el mercado único de la UE. Londres también propone que los controles y certificados sanitarios solo se aplicarían a los productos agroalimentarios que claramente corren el riesgo de entrar en el mercado único.

Las propuestas británicas dejarían desprotegidos a los Estados miembros de la UE, que se verían obligados a establecer esos controles sobre los productos procedentes del norte de Irlanda para garantizar que cumplen con las normas europeas.

Además, el protocolo otorga a las instituciones de la UE, incluido el Tribunal de Justicia, el derecho a garantizar el cumplimiento de las medidas incluidas en el documento. Ahora, Gran Bretaña propone en su lugar un sistema de arbitraje internacional.

«Solución conjunta»

En un comunicado, el vicepresidente de la Comisión Europea, Maroš Šefcovic, recordó que el protocolo era una «solución conjunta» en la que participaron tanto el primer ministro británico, Boris Johnson, como su negociador, David Frost, y que había sido ratificado por el Parlamento británico.

Tampoco desde Dublín se entiende la propuesta de Londres sobre un acuerdo negociado por el Ejecutivo de Johnson y firmado hace solo siete meses. «El protocolo fue acordado conjuntamente por este Gobierno de Reino Unido y la Unión Europea. Es propiedad conjunta de ellos y debe ser implementado conjuntamente por ellos. Continuaremos animando a Reino Unido a trabajar con la UE para identificar soluciones realistas con un espíritu de compromiso positivo y constructivo», señaló Simon Coveney, ministro de Exteriores y Comercio de Irlanda.

El coordinador de Sinn Féin, Declan Kearney, criticó las acciones del Gobierno británico, que considera reniegan de la legislación internacional, y apuntó que las dificultades en la implementación del protocolo subyacen en «el incumplimiento por parte del Gobierno británico de sus obligaciones conjuntas», que amenazan no sólo a la estabilidad política, sino también a la estabilidad económica en el norte de Irlanda. El periodo de gracia que permite el movimiento de mercancías con chequeos mínimos entre el norte de Irlanda y Gran Bretaña concluye en diez semanas, y desde el sector empresarial se reclama certeza y estabilidad.

Para Kearney, «las amenazas de acción unilateral por parte del Gobierno británico alimentan la desconfianza y no proporcionarán la estabilidad y certeza que necesitan las empresas, los fabricantes, los comerciantes y los agricultores».