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Afganistán impone el toque de queda ante el avance de los talibanes

El Gobierno afgano declaró ayer un toque de queda nocturno en casi todas las ciudades para evitar la infiltración de talibanes en las zonas urbanas, tras un aumento sin precedentes de la violencia de los insurgentes en el país. La medida afecta a 31 de las 34 provincias afganas ante la situación crítica que atraviesa el país y las dificultades para llegar a un acuerdo político definitivo. Los talibanes controlarían 210 de los 400 distritos de Afganistán.

El Ministerio de Interior de Afganistán anunció ayer la instauración de un toque de queda nocturno en 31 de las 34 provincias del país para contener el avance de la insurgencia talibán, que ahora mismo controlaría la mayor parte de los centros de distrito afganos. El toque de queda estará vigente de las 22.00 a las 04.00, hora local, salvo en las provincias de Kabul, Panshir y Nangarhar, que se encuentran relativamente tranquilas.

Se trata de una medida muy inusual en el país que, según las instrucciones del presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, es «parte de un amplio plan de seguridad», y con la que se pretende «mejorar la seguridad y evitar víctimas civiles» durante las operaciones de las fuerzas de seguridad afganas en la lucha contra los insurgentes.

La decisión de restringir la circulación de personas tiene como objetivo evitar el aumento de las actividades destructivas de los talibanes en las principales áreas urbanas, después de que estos aumentaran rápidamente sus ganancias territoriales y arrastraran los combates hasta las puertas de varias capitales de provincia en los últimos meses.

«La decisión no es permanente, es temporal, y estará vigente hasta que se eliminen las amenazas a la seguridad y se resuelvan los problemas», aclaró Hamid Roshan, portavoz de Interior.

La situación se acerca a un punto crítico en el país. La Unión Europea, Estados Unidos y la OTAN llamaron el viernes a los talibanes a «poner fin a su ofensiva» e instaron a la insurgencia y al Gobierno afgano a negociar, al tiempo que reconocían que alcanzar un acuerdo político definitivo, incluida la Constitución, «llevará tiempo».

El aumento de la violencia coincide con el comienzo de la fase final de retirada de las tropas de EEUU y la OTAN, el pasado 1 de mayo, tras 20 años de invasión combatiendo a los talibanes y dejando una guerra sin concluir. En los últimos meses, los insurgentes ha logrado importantes avances territoriales ante la aparente incapacidad de las fuerzas de seguridad afganas para hacerles frente.

Un estudio de la agencia DPA publicado la semana pasada indicaba que los talibanes estarían al mando de 210 de los 400 distritos que conforman el país. Además, el Ejecutivo de Kabul solo ostentaría ahora mismo control total sobre 110 distritos, lo que implica que 80 distritos afganos se encuentran en este momento en disputa.

Al-Kazimi discutirá con Biden la retirada de tropas de Irak

El primer ministro iraquí, Moustafa al-Kazimi, debilitado y presionado por facciones proiraníes, se reunirá mañana en Washington con el presidente de EEUU, Joe Biden, para discutir una retirada estadounidense, todavía hipotética, y obtener apoyo político tres meses antes de las elecciones legislativas en Irak.

Al-Kazimi se encuentra arrinconado por la influencia de Irán, su otro principal aliado y enemigo de EEUU. Las facciones armadas proiraníes presionan a su Gobierno para que retire a los 2.500 soldados estadounidenses que siguen en Irak. «Si no hay un anuncio significativo de retiro de tropas, me temo que los grupos proiraníes podrían aumentar los ataques contra las fuerzas de EEUU», señaló a AFP el investigador iraquí Sajad Jiyad.

El ministro iraquí de Exteriores, Faud Hussein, ya en Washington, aseguró que «las conversaciones establecerán un cronograma para el retiro de fuerzas estadounidenses». Pero medios de EEUU apuntan a una «redefinición» de la misión de esas tropas.GARA