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Polinesia recibe a Macron con reclamos de perdón por las pruebas nucleares

Emmanuel Macron tenía previsto llegar ayer a Polinesia para un visita oficial de cuatro días en un contexto de manifestaciones contra los ensayos nucleares que el Estado francés realizó en la isla durante treinta años. A principios de julio, su Gobierno rechazó pedir perdón.

La demanda de compensaciones por las pruebas nucleares francesas en Polinesia se han avivado ante la llegada del presidente francés, Emmanuel Macron, a este territorio bajo control de París.

Entre 1966 y 1996 se realizaron unos 193 ensayos nucleares al sur del archipiélago, a unos 1.200 kilómetros de Tahití, 46 de ellos al aire libre. Durante décadas, los habitantes estuvieron expuestos a la radiactividad sin saberlo.

«Según nuestros cálculos, en base a una evaluación científica de la contaminación en la Polinesia francesa, unas 110.000 personas estuvieron expuestas a la radiactividad, casi la totalidad de la población de los archipiélagos en la época», destaca la investigación llevada a cabo por los medios Radio France y “Disclose” a partir de los archivos, que fueron desclasificados en 2013. Otra parte, clasificados como secreto de defensa, siguen inaccesibles.

En 2016, François Hollande reconoció el impacto medioambiental de los ensayos, las consecuencias sanitarias y el derecho de reparación de los habitantes, que por ahora no han llegado.

La seguridad social local reclama 670 millones de euros a París concepto de reembolso por los tratamientos de enfermedades derivadas de la radiación.

Prueba centauro de 1974

Las recientes publicaciones han avivado las protestas en Polinesia, la última la semana pasada en el aniversario de un ensayo del 17 de julio de 1974 que acabó mal: la explosión no tuvo lugar en la dirección prevista (en el Pacífico) y la nube tóxica tocó Tahití y otras islas habitadas.

El Ejército sabía el efecto que de esa masa de aire si llegaba a Tahití, pero se decidió no hacer nada, no pedir a la población que se cobijara ni suspender el consumo de agua o leche.

Ante los reclamos, el Gobierno de Macron organizó a principios de mes una mesa redonda para tratar la cuestión, pero el Ejecutivo descarta que el presidente pida perdón, como exigen también los afectados. «Es lo mínimo, pero no servirá para saldar las cuentas», dijo el diputado de Izquierda Democrática y Republicana Moetai Brotherson.

Muchos barajan llevar al Estado francés al Tribunal Penal Internacional al acusarle de crímenes contra la humanidad.

«Macron no puede venir aquí tranquilamente: estaremos ahí para recordarle la historia de este país, una historia de genocidio. La colonización es un crimen y los ensayos nucleares son un hecho colonial», sostuvo Auguste Uebe-Carlson, presidente de la asociación de víctimas.