Filippo ROSSI
KABUL
Elkarrizketa
ZABIHULLAH MUJAHID
PORTAVOZ OFICIAL DEL GOBIERNO TALIBÁN

«Queremos protegerlas de abusos sicológicos y físicos en el trabajo»

GARA ha podido entrevistar a Zabihullah Mujahid, quien durante todos estos años fue la voz sin rostro de la resistencia talibán. El portavoz desgrana su visión de los problemas y el futuro de Afganistán en la sede del Ministerio de Información.

Afganistán tiene por fin gobierno. Un ejecutivo muy criticado durante la última semana por sus componentes. Algunos ven detrás la mano de Pakistán Otros recuerdan que ya advirtieron contra cualquier tipo de ilusión. De hecho, el país tiene más de un problema: algunos miembros del gabinete tienen un pasado discutible para la opinión pública occidental. Sobre todo el nuevo ministro de interior, Serajuddin Haqqani, conocido como el líder de la famosa red Haqqani y en una lista de grupos «terroristas» internacionales de EEUU.

Los talibanes intentan estos días de gestionar los problemas económicos y calmar a una buena parte de población que no confía en ellos, sobretodo en entornos urbanos como Kabul. El Gobierno sigue sin entrar en funciones. Nada funciona. Pero al frente de los ministerios los talibanes ya han cambiado los nombres y en las pantallas de las calles abundan la fraseología propagandística religiosa.

El Ministerio de Información y Cultura es un ejemplo de ello. En la entrada, algunos muyahidines talibanes controlan y dejan entrar a pocas personas. En la puerta esta escrito en lengua pastún «Ministerio del Emirato Islámico de Afganistán».

Todavía no hay casi controles y los despachos están casi todos vacíos. Aquí se sienta el enigmático portavoz del movimiento, Zabihullah Mujahid. Hace una semana fue nombrado viceministro de Información, pero durante años fue el interlocutor obligado y de referencia para cualquier pregunta o información de prensa.

Llegados al primer piso, un funcionario talibán firma sonriente acreditaciones para los periodistas. Nos invita a esperar.

Cuando Zabihullah Mujahid entra en la sala, saludando, aparenta mucha calma y se le ve relajado. Contesta a todas las preguntas, dudas y curiosidades.

Durante decenas de años nadie había visto su cara, se escondía. Nadie sabía quién era. Los periodistas lo conocían por su cuenta de Twitter y Whatsapp. Algunos aseguraron, en 2009, que en realidad era una red de personas. «Fui siempre yo mismo. Una única persona. Pero tenía que protegerme. Cuando me acusaron de ello, no respondí porque podía ponerme en peligro», cuenta. Todo pasaba por sus manos. «Hoy ya no hay peligro y por esto me expongo a todos –continúa–, por fin podemos gestionar nuestro país y ser independientes. Es un momento de gran felicidad para nosotros. 20 años de opresión y derrotamos a una de las coaliciones más fuertes del mundo que nos atacó y nos ocupó», se solaza. Son palabras muy comunes hoy entre los talibanes. Su orgullo y alegría se lee en los ojos de cada muyahidín.

Pero ahora que la guerra, la parte mas dura y que ha creado tanto dolor en el pueblo afgano, pasó, los talibanes tienen que afrontar muchos desafíos, empezando por la gestión del Estado afgano, algo en lo que a la vista de su experiencia en los noventa, nunca fueron muy fuertes y capaces.

«Con el nuevo Gobierno las cosas irán mejorando, los bancos y los ministerios van a reabrir, así como la fronteras. Somos muy conscientes de la importancia de las inversiones extranjeras, pero antes tenemos que crear seguridad», admite Mujahid.

Problemas económicos

La verdad es que parece que todo esto va a tomar más tiempo del imaginado, mientras la población tiene cada vez más problemas para comer, no circula dinero y muchos comercios ya cerraron o pronto van a hacerlo. Una situación que empeora día a día.

El lado positivo es que la seguridad parece garantizada. Las ciudades son mucho mas seguras y se puede andar mucho mas tranquilo que antes. «Los episodios de violencia contra civiles que vimos estos días son casos aislados. Hay también problemas entre varios grupos de talibanes, o de arribistas que nada tienen a ver con el movimiento. Pero puedo asegurar que ahora Afganistán es mucho mas seguro que antes, sobre todo si recordamos que hasta hace algunas semanas había guerra y era un país muy peligroso. En las provincias ya nombramos nuevos gobernadores y fuerzas de policía. La situación mejora de día en día».

Mujahid habla con mucha calma. Hasta se ríe cuando sale la palabra Panjshir, la última región que todavía no esta completamente bajo control del emirato islámico y que todavía resiste bajo el liderato de Ahmad Massud, el hijo del histórico señor de la guerra Ahmad Shah Massud: «Cuando tomamos el control del país, un grupo de rebeldes relacionados con el Gobierno precedente huyó a la montaña de Panjshir. Cuando las negociaciones fracasaron, estábamos listos para intervenir militarmente. Queremos dialogar, pero si tenemos que usar la fuerza lo haremos. Hemos llevado la seguridad a 33 de las 34 provincias. Queremos acabar con esto».

Es difícil saber qué pasa en Panjshir, algunos dicen que siguen resistiendo en un valle remoto. Los talibanes anunciaron el lunes pasado que tienen la provincia bajo control después de su entrada en Bazarak, la ciudad principal de Panjshir.

A Panjshir se le añade el problema del Estado Islámico-Jorasán. Un problema que parece haber desaparecido, pero que sigue ahí. Muchas son las voces en los últimos años que han denunciado relaciones estrechas entre los dos grupos aunque los talibanes lucharon en contra de ellos en Kunar y Nangarhar. «No son verdaderos afganos. Y pienso que ahora, con un Estado islámico y con valores islámicos, ya no tendrán motivos para seguir luchando», pide Mujahid.

El viceministro está convencido del futuro de Afganistán bajo el emirato islámico, un sueño para los talibanes. Dice que todo va a salir bien. Pero las últimas decisiones decepcionaron hasta a círculos cercanos a ellos. Y la duda más frecuente tiene que ver con las mujeres.

La mujer afgana

Aunque hasta ahora ninguna medida legal y oficial haya sido tomada, muchas son las acusaciones de abusos (no siempre confirmadas) e imposiciones. Para Mujahid las cosas están claras: «Ya dijimos a las mujeres que pueden volver a sus puestos de trabajos en la Administración pública. No estamos en contra, pero buscamos una manera para categorizar sus empleos y protegerlas de abusos sicológicos y físicos». Las mujeres pueden seguir saliendo de casa sin obligación de llevar el burka. Pero algunas denuncian que les han prohibido volver al trabajo. Muchas se quedan en casa por miedo.

Tenemos muchas preguntas. Alguien toca a la puerta. Zabihullah Mujahid está muy solicitado y nos despiden amablemente pero sin contemplaciones. Esperaremos a ver si sus palabras se convierten en realidad.

Blinken achaca la retirada a la incapacidad del Gobierno afgano

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, defendió ayer la retirada de las tropas de Afganistán en una comparecencia ante el comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes. «No hay evidencias de que quedándonos más tiempo habríamos hecho a las fuerzas de seguridad afganas o el Gobierno afgano más resistentes o autosostenible. Si 20 años y cientos de miles de millones de dólares en apoyo, equipos y entrenamiento no fueron suficientes, ¿por qué lo habrían sido uno, cinco, o diez más?, afirmó, añadiendo que quedarse habría supuesto poner en peligro la vidas de más estadounidenses.

Blinken insistió en que la retirada se produjo en el marco de un acuerdo «heredado» de la Administración Trump y si no se hubiera cumplido, «se habrían reanudado los ataques» contra las fuerzas estadounidenses y las aliadas.

El jefe de la diplomacia estadounidense insistió en que nada indicaba «un colapso del Ejército y del Gobierno en once días». A pesar de ello, subrayó que que se retiró la Embajada y se trasladó al personal restante al aeropuerto en 48 horas.

En lo que respecta a los ciudadanos estadounidenses que todavía no han podido abandonar el país, el secretario de Estado aseguró que están «en contacto constante» con ellos y prometió que continuarán ayudándoles.

Mientras, el vecino –y para muchos aliado de los talibanes– Pakistán, va avalando al nuevo régimen. En la conferencia internacional para debatir la ayuda al país que se celebró en Ginebra, su ministro de Exteriores, Shah Mahmood Qureshi, afirmó que Afganistán «podría acabar finalmente con cuatro décadas de inestabilidad» tras la llegada de los talibanes y «tiene la oportunidad de comenzar el camino hacia una paz y desarrollo sostenibles», subrayando el problema de los refugiados, de los que Pakistán ha acogido a más de tres millones en las últimas décadas.

Desde el también vecino Irán llegó una postura más crítica y su Ministerio de Exteriores reprochó a los talibanes que el recién formado Gobierno no representa a todos los afganos. «No es ciertamente el Gobierno inclusivo que la comunidad internacional y la República islámica de Irán esperan», lamentó.

Por su parte, el ministro de Exteriores de Qatar, actor clave en el diálogo con los talibanes, apeló a la «reconciliación nacional» como «válvula de seguridad para la estabilidad» en el país.

También la ONU se abre al diálogo con los talibanes. Su secretario general, Antonio Guterres, lo consideró muy importante para organizar la ayuda humanitaria, que puede servir como «palanca para los derechos humanos», pese a la desconfianza general. «Es imposible suministrar una asistencia humanitaria a Afganistán sin discutir con las autoridades de facto del país», afirmó Guterres en Ginebra, donde la ONU espera recaudar 600 millones de dólares de ayuda.

Mientras, el ministro talibán para los Refugiados, Khalil Rahman Haqqani, se reunió en Kabul con el alto comisionado de Acnur.GARA