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Muere Buteflika, destronado por las protestas ciudadanas

Abdelaziz Buteflika, el presidente más longevo de Argelia y veterano de la lucha por la independencia de su país, murió el viernes a los 84 años de edad, más de dos años después de que un ola de protestas ante una posible reelección le obligara a renunciar al poder.

Nunca un presidente argelino habrá permanecido tanto tiempo al frente del país. Pero Abdelaziz Buteflika, fallecido el viernes a los 84 años, pasará a la historia como el único dirigente de la Argelia independiente que, aferrado al poder pese a su enfermedad, fue obligado a renunciar por las manifestaciones en las calles. Buteflika, que había ascendido al poder en con el apoyo del Ejército, dejó el Gobierno en abril de 2019 después de que este le diera la espalda tras seis semanas de protestas lideradas por el Hirak contra sus planes de aspirar a un quinto mandato pese a su estado.

Omnipresente en la vida política de Argelia durante décadas, quien fuera el ministro de Exteriores más joven del mundo con 26 años (1963-1979) se volvió casi invisible desde que sufrió un accidente vascular cerebral en 2013, que le dejó inhabilitado. Pese a ello se mantuvo en la Presidencia, cumpliendo casi 20 años en ella, a la que accedió en 1999 –más de 35 años después de su primer cargo ministerial–.

Desde su salida del poder, permaneció recluido bajo cuidados médicos en su residencia de Zeralda, sin dar señales de vida.

Buteflika se adhirió con 19 años al Frente de Liberación Nacional (FLN) que luchaba contra la potencia colonial francesa. Con la independencia, en 1962, se convirtió en ministro de Deportes y Turismo bajo la Presidencia de Ahmed Ben Bella. En junio de 1965, apoyó el golpe de Estado de Huari Boumédiène, quien depuso a Ben Bella y asumió la Jefatura del Estado. Buteflika se posicionó como delfín de Boumédiène, pero a su muerte, en 1978, el Ejército lo apartó de la sucesión y se exilió.

En 1999 se presentó como candidato a las elecciones presidenciales, en las que ganó como único aspirante tras la retirada de sus seis adversarios.

Con Argelia en plena guerra civil contra la guerrilla islamista –que dejó unos 200.000 muertos en 10 años–, buscó restablecer la paz. Dos leyes de amnistía, en 1999 y 2005, convencieron a numerosos islamistas de dejar las armas.

En 2011, mientras la Primavera Árabe acababa con varios dirigentes de la región, Buteflika compró la paz social con el maná del petróleo y el impulso de una serie de beneficios fiscales.

Las dudas sobre su capacidad para gobernar aumentaron a medida que su salud se deterioraba. Pero, contra todo pronóstico, en 2014 encadenó un cuarto mandato. &discReturn;

Tras su renuncia, las autoridades iniciaron investigaciones sin precedentes sobre corrupción, que llevaron al encarcelamiento de varios altos funcionarios de su entorno, incluido el poderoso hermano y asesor de Bouteflika, Said.