Pablo GONZÁLEZ
Periodista
ELECCIONES LEGISLATIVAS

Rusia elige nueva Duma con la vista puesta en Putin y en el futuro

En las elecciones más restrictivas de su historia moderna, Rusia parece abandonar la agenda internacional y centrarse en las problemáticas internas. Las autoridades, además, temen la reacción internacional a unos comicios –que concluyen hoy tras tres días de votación– marcados por una falta real de alternativas políticas.

Rusia elige hoy una nueva Duma, Cámara Baja del Parlamento, para los próximos cinco años. 110 millones de ciudadanos están llamados a las urnas para elegir a 450 diputados. La falta de novedades, las restricciones y la problemática interna marcan los comicios, sin olvidar, la ausencia de observadores internacionales y el posible no reconocimiento por los países occidentales. Será interesante observar hacía dónde se inclina la sociedad rusa, en continua evolución de sus preferencias tanto en clave interna como externa.

No se espera que los comicios traigan novedades significativas al estable, según el Kremlin, y estancado, según sus críticos, panorama político del país más grande del mundo. De los catorce partidos que esperan entrar en la Duma, realmente solo cuatro aspiran a superar la barrera del 5% necesaria para tener representación por listas. Recordemos que 225, la mitad de los 450 diputados, son elegidos por listas y la otra mitad, por distritos, donde prácticamente siempre ganan los candidatos de las formaciones mayoritarias.

Los favoritos para la victoria son, sin duda, Rusia Unida, el partido de Vladimir Putin, aunque él dejó de militar formalmente en la formación en 2012. Aun así, se espera una pérdida significativa de apoyos. Las encuestas le auguran entre el 25% y el 35%, frente al 54% de hace cinco años. Con todo, rondarán los 300 diputados gracias a los distritos electorales.

Los mayores beneficiarios de la caída de Rusia Unida deben ser los comunistas, que deberían ganar unos puntos sobre el 13% de las elecciones de 2016 para situarse en torno a los 50-60 diputados, frente a los 42 actuales.

Los populistas xenófobos del Partido Liberal-Democrático perderán a alguno de los 39 diputados actuales y, por último, los socialdemócratas con tintes patrióticos de Rusia Justa deberían ganar alguno más de sus 23 diputados. El resto de formaciones políticas obtendrán, en el mejor de los casos, algún escaño suelto por distritos.

Giro hacia lo social. Rusia no es un país ajeno a las tendencias mundiales y, por tanto, ha cobrado fuerza la agenda social. La jubilación, sanidad, educación y economía han sido los principales temas de campaña, desplazando a las relaciones internacionales y a la retórica militarista. A los rusos les preocupan bastante menos Ucrania o Siria, la amenaza de la OTAN en sus fronteras o la retórica antirrusa de los países bálticos o Polonia. A la palestra sale el día a día de sus ciudadanos y su nivel de vida. El país ha sido duramente golpeado por el covid-19, con casi 200.000 muertos y siete millones de contagiados, pero su economía, con una dependencia importante de productos energéticos como el gas y el petróleo, ha mantenido el tipo algo mejor que en otros países.

Desde 2014, los rusos aceptaron ciertas privaciones con tal de asegurar sus fronteras y sus líneas de suministro. Ahora, las autoridades declaran que las Fuerzas Armadas rusas estén equipadas en su mayoría con material militar moderno y que estén acabados los gasoductos para evitar el tránsito por Ucrania, tanto por el norte, con el Nord Stream I y II, como por el sur, con el Turkish Stream.

A la vista de ello, la ciudadanía pide que vuelva la atención a las personas. Algo bien reflejado en la encuesta publicada por el centro analítico Levada, en la que el 66% dice preferir una Rusia con un alto nivel de vida, incluso si no es uno de los países más poderosos del mundo. El 32% quiere una Rusia que sea una gran potencia temida y respetada. Los dos resultados son el más alto y el más bajo, respectivamente, de los últimos 18 años.

Otra muestra del giro social son las respuestas a la pregunta sobre qué tipo de sistema político debe tener el país. El 49% se inclina por el sistema soviético; el 18%, por el actual, y el 16%, por un sistema democrático similar al de los países occidentales. La preferencia por el sistema soviético es la más alta de los últimos 25 años.

Restricciones. Los comicios, que se han desarrollado durante tres días, también están marcados por la ausencia de la mayor parte de los observadores internacionales y la no participación de los elementos más críticos de la sociedad rusa. Así, según datos del movimiento en defensa de unos comicios limpios Golos (voz o voto, en ruso), cerca del 8% del electorado, algo más de 9 millones de ciudadanos, no podrán ejercer su derecho electoral pasivo, es decir presentarse a las elecciones. Ya sea por tener doble nacionalidad o por tener algún antecedente penal que, según la legislación rusa, no permite presentarse a los comicios. Eso ha hecho que políticos opositores de cierto renombre como Lyubov Sobol (colaboradora cercana de Navalni), Ilya Yashin o Lev Shlosberg (miembro de Yabloko) no estén en las listas electorales. También es cierto que su apoyo real es escaso, pero las autoridades han decidido asegurarse doblemente y no les han permitido participar.

La ausencia de muchos observadores electorales es otro problema. La OSCE no ha enviado una delegación y eso hace que la sombra del no reconocimiento internacional de estos comicios como democráticos planee sobre el Kremlin. Habrá que ver si eso sucede, pero países como Polonia o los bálticos estarían encantados en seguir minando la legitimidad del Kremlin.