Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Las consecuencias»

Bajo el volcán canario

El volcán canario que no termina de erupcionar en la ficción, lo ha hecho durante estos días en la vida real, y en La Palma, una de las islas donde se ha rodado la película, junto a la de la Gomera. Nadie discute la belleza telúrica de este paisaje de tierra ennegrecida por las cenizas, ideal para una obra oscura como lo es el segundo largometraje de la venezolana Claudia Pinto Emperador. El suyo es ese tipo de cine que siempre sale premiado en los festivales de cine, y a menudo me pregunto si no estará expresamente hecho para dichas competencias internacionales, porque son producciones que cuando se estrenan luego en salas comerciales pasan totalmente desapercibidas, e incluso hasta el juicio crítico suele cambiar, tornándose ya menos entusiasta. “Las consecuencias” (2021) se llevó en Málaga el Premio de la Crítica y el de Mejor Actriz de Reparto para la menor María Romanillos, continuando así la racha iniciada con el premio Eurimages en Donostia. Con su anterior “La distancia más larga” (2015) había ganado el Premio Platino a la Mejor Ópera Prima, y entonces también se reptieron los posteriores juicios disconformes con el galardón.

“Las consecuencias” (2021) intenta distinguirse de los culebrones familiares al uso mediante una deliberada e impostada acentuación del fatalismo, un tratamiento visual esteticista en consonancia, y una narrativa de aparente suspense. Digo lo de aparente porque la autora se traiciona a sí misma, tanto en cuanto ni ella misma aguanta el desafío de los silencios que propone, acabando por dar y sugerir más información de la que debería, dejando que la audiencia pueda anticiparse al lento y pesaroso desarrollo de los acontecimientos.

A fin de cuentas son secretos a voces, máxime si la familia se empeña en volver al escenario de la tragedia, como si fuera la herencia que quieren dejar a las nuevas generaciones, cargada de mentiras y medias verdades.