Víctor ESQUIROL
SECCIÓN OFICIAL

LA JUVENTUD COMO PRISMA PARA DESCUBRIR UN MUNDO EN LLAMAS

ZINEMALDIA SIGUE LUCIENDO MÚSCULO PONIENDO EL FOCO DE ATENCIÓN EN UNA SERIE DE PERSONAJES QUE VAN SOBRADOS. FIJÁNDOSE EN AQUELLOS A LOS QUE TODAVÍA NO SE LES PUEDE ATRIBUIR «LA VOZ DE LA EXPERIENCIA», LAURENT CANTET, TEA LINDEBURG E INÉS BARRIONUEVO INTENTAN PONER ORDEN EN UN MUNDO QUE QUIZÁS NO LO TIENE.

Ya lo sabemos, pero nunca está de más recordarlo: para tratar de no ahogarnos en el caos que nos ha tocado vivir, nada mejor que escuchar a quienes llevan tiempo instalados en él. Un festival de cine se supone que, entre otras funciones, debe cumplir esta: ponernos en contacto con esos estudiosos que llevan tanto tiempo consagrados a la comprensión de cómo nos relacionamos con nuestro entorno –y cómo se relaciona este con nosotros– que a la fuerza nos van a iluminar. Dicho de otra manera: aquí hemos venido a adorar al séptimo arte, claro está... pero también a entender cómo este refleja nuestra realidad. Para que al salir de la sala de cine amemos más al prójimo, o al revés, para que por lo menos tengamos mejores argumentos para odiarle.

La 69ª edición de Zinemaldia sigue al frenético ritmo de tres nuevas entradas al día en su Sección Oficial a competición. El trío de la jornada de ayer se emparenta fácilmente al presentarnos tres historias cuyo joven protagonista se debate entre pagar la novatada de la inexperiencia y lo opuesto: enseñar a los demás qué camino debe seguirse a partir de ahora.

Empezamos con uno de los teóricos platos fuertes de este curso. Aparece Laurent Cantet, el cineasta para siempre marcado por el aura triunfadora de la magistral “La clase”, aquella incontestable Palma de Oro en Cannes que se fijó en el ecosistema escolar (o sea, en la sangre joven del alumnado) para dar forma a la sociedad francesa moderna. Siempre fiel a ese estilo a caballo entre el documental y la ficción cinematográfica; siempre deseoso de sumergirse en las tensiones que dan forma a la actualidad, el veterano cineasta termina en el que perfectamente podría ser su hábitat natural: las redes sociales.

Y ojo, porque Cantet no se cansa de reafirmarse ante la prensa, en su profunda aversión hacia esos (no-)espacios virtuales en los que la juventud, sobre todo, manifiesta sus inquietudes, inseguridades y otros mensajes potencialmente insultantes. Su nueva película, “Arthur Rambo”, tiene una premisa prometedora; un punto de partida al que se le pueden sacar toneladas de jugo. La cámara sigue a un tal Karim D (genialmente interpretado por Rabah Nait Oufella), un joven escritor destinado a revolucionar el panorama editorial. Resulta que el chico ha escrito un libro que puede erigirse en obra de arte clave para entender los difíciles encajes culturales de la nación que acogió a su familia, y claro, todo el mundo quiere estar a su lado; asociarse con su nombre.

Hasta que estalla el escándalo: poco después de una entrevista televisada, corre la voz de que Karim es quien está detrás de «Arthur Rambo», polémico perfil que ha estado incendiando las redes sociales a través de mensajes de dudosísimo gusto. Con ello, Laurent Cantet se ríe de la supuesta la libertad de expresión. Su película, muy seria de principio a fin, incide en la importancia de quién dispara la broma, pero sobre todo plasma la tremenda responsabilidad con la que deberíamos dotar todo lo que decimos, especialmente aquello que cristaliza en internet, donde la audiencia potencial es infinita; donde la memoria de aquello que mancha, nunca se borra.

Justo después, en un giro inesperado de los acontecimientos, aparece la mejor película de la jornada (y seguramente una de las mejores que se proyecte en el festival). Tea Lindeburg debuta en el largometraje (después de haber dirigido varios cortos y episodios de series televisivas) con la impresionante “As In Heaven”, una película que se empeña en quitarnos el hipo... y tal vez algo más. Ahora estamos en una granja perdida en la Dinamarca del siglo XIX, siguiendo a una chica de apenas 14 años, que contempla aterrada el enésimo parto de su madre; un proceso dramático que a lo mejor se cobrará su vida.

Lindeburg sorprende con una filmación preciosista que se descubre como un regalo envenando. La secuencia inicial de su película, de hecho, ya nos pone en alerta: vemos a la protagonista pasear tranquilamente por un campo de trigo... que en un abrir y cerrar de ojos, se ve inundado por una lluvia torrencial sangrienta. Una escena imposible que evidentemente se corresponde a un sueño, pero que a lo mejor será una premonición mandada por las más altas instancias. Entre Carl Theodor Dreyer y Lars Von Trier, a esta debutante no le tiembla le pulso, y se dispone a afrontar los debates de fe más profundos, aquellos que calan en forma de desasosiego existencial. “As In Heaven” pretende dar forma a este vertiginoso sentimiento durante su hora y media de metraje: mimetizando la mirada inquieta de su joven protagonista; preguntándose una y otra vez sobre las preguntas con las que esta intenta relacionarse con el mundo (de los adultos). Todos hemos estado allí, en algún momento: luchando contra nuestras propias neuras; contra nosotros mismos.

Es ese intento tan humano (y tan absurdo) de entender qué demonios hacemos aquí, y por qué demonios los demás son tan insolidarios con nuestro mundo interior. En esta tormenta está metida la tercera protagonista de la jornada, una estudiante de instituto forzada a cambiar su vida debido a una situación familiar dramática. La cineasta Inés Barrionuevo nos mete en un centro educativo cristiano bonaerense. “Camila saldrá esta noche” es un combativo coming of age en el que la entrada en la vida adulta es el pretexto para corregir todo lo que está mal en el entorno.

Con el telón de fondo de la conquista del derecho a abortar (una de las luchas sociales que está marcando el presente de Argentina), Barrionuevo nos habla de la liberación sexual, de la sororidad ante las injusticias y de la necesidad del fuego regenerador ante los desastres que de ninguna manera pueden ser solucionados. Atina en las batallas íntimas y en las colectivas, porque está guiada por el arrojo feminista, y porque siente una inmensa fe hacia la juventud. Especialmente cuando sus errores nos recuerdan la imperfecta belleza de la humanidad.