Joseba ITURRIA
Elkarrizketa
ENRIQUE SANZ
CORREDOR DEL KERN PHARMA

«No estoy dispuesto a hipotecar tanto para seguir siendo ciclista»

El de Orkoien explica que ha decidido retirarse con 32 años porque no está dispuesto a asumir el nivel de exigencia actual que ha convertido el ciclismo en una obsesión en la que se controla todo. Señala que no se ve con margen de crecimiento y que con su última victoria en Alentejo vio que solo puede ganar las mismas carreras que ya ha ganado y que eso no le produce una satisfacción.

Ante sus dos últimos días como profesional en el Tour de Bretaña, donde Bernard Hinault le dio un recuerdo, prefiere ayudar a los jóvenes antes que intentar buscar un triunfo.

¿Qué sensaciones tiene en su última carrera como profesional?

Tampoco nada especial. Es otra carrera más porque tampoco soy de sentimientos muy distintos. Sí que el primer día me hicieron el regalo y me sorprendió. Pero a partir de ahí te pones el casco, las gafas y a competir.

La de Bretaña es una vuelta dura. ¿Hay alguna etapa en la que intentar despedirse con victoria?

Se va rápido por carreteras ratoneras y te salen 2.400-2.700 metros de desnivel todas las etapas y se hace duro. La idea que tengo es intentar ayudar a los compañeros del equipo, a los chavales, más que disputar. Desde que tomé la decisión de dejarlo en junio-julio quería disputar algunas carreras, pero veía que no tenía mucho sentido volver a ganar. Prefiero echar una mano a los compañeros a que tengan sus opciones a buscar yo la mía. Si algún día se da el caso de que voy bien y que no hay otra opción para los chavales igual disputo, pero no tengo esa idea.

¿Por qué ha decidido dejarlo?

Porque el ciclismo está cambiando mucho. Ahora o controlas muchos factores o te van a pasar por encima y no estoy dispuesto a hipotecar tanto para seguir siendo ciclista, sobre todo por el camino que tengo por escribir. Podía seguir ganando carreras, pero las mismas que he ganado hasta ahora. No tengo el margen de mejora que necesitaría para optar a carreras mejores. El sentimiento que más me hizo darme cuenta fue ganar en Alentejo. Gané y dije: ‘Esto ya lo he hecho otras veces’. Había ganado, pero no me sentía excesivamente contento o satisfecho. La exigencia es cada vez mayor. A un nivel más bajo puedes rendir sin ser especialmente profesional, pero para los chavales que quieran rendir en el World Tour la vida del ciclista de la próxima década se va a convertir en una obsesión.

¿Con qué sensación se retira?

He vivido una década que ha sido la más idónea para mí, porque podía haber hecho las cosas mejor, ser más profesional, pero no había tanto control. Salíamos a entrenar y a disfrutar con la grupeta. Ahora cada entrenamiento está medido, cada ingesta de hidratos de carbono, cada hora de sueño, con la variabilidad del pulso... Está todo medido y llegamos a una época en la que entrenas como corres. Tienes que valer, pero para ser bueno, incluso con talento, o entrenas como corres o estás fuera.

Me voy con muy buen sabor de boca. Lo he dejado cuando he querido, cuando he visto que la situación no era la idónea para mí. No me voy cansado para nada. Me encanta entrenarme y competir en las carreras.

Ha sido ganador con victorias el primer año y hasta en el último...

He sido ganador en carreras donde ha habido menos nivel, que hay que ganar en cualquier sitio, pero mi nivel ha dado hasta ahí y estoy orgulloso y contento con lo que he ganado. He sido feliz andando en bicicleta y con los resultados logrados.

Pasó en 2011 con Movistar.

Lo que me dio Movistar fue conocer el ciclismo de gran nivel, carreras en las que estaba con gente que había visto en televisión o los tenía de compañeros de equipo. Conocí a la persona de la que más he aprendido, José Iván Gutiérrez. Un tío que va de cara, un libro abierto, que está por y para enseñarte las cosas. Y en esa época hice amigos como Malori, Konovalovas o Amador.

En 2016 ficha por el Southeast.

Salí de Movistar buscando resultados. En Movistar sprintaba y hacía puestos tras tirar el día anterior 150 kilómetros. Decidí ir a Italia y fue un año malo, con lesiones y un virus. Luego me quedé sin equipo. Sentía que tenía mucho que aportar, pero no me iba a agarrar a un clavo ardiendo. Me puse una fecha límite y que si no dejaba la bicicleta y el 2 de abril corrí la primera carrera con el Raleigh y fui segundo. Ese año me reencontré, en todas las carreras corría para mí. Cogí confianza. Peleé por seguir siendo ciclista. Sabía que tenía ciclismo de calidad y así fue en Murias.

¿Los dos años en Murias 2018-19 fueron los más satisfactorios?

Para mí la mayor satisfacción fue el paso al Raleigh porque fue una situación que me enseñó mucho. Te lleva a dar un paso y pensar en dejar el ciclismo de una manera firme. No valoro una trayectoria profesional por los éxitos, pero es bonito estar en equipos que están empezando y ofrecerles lo que todos buscamos, que es ganar. Por ese lado deportivamente sí que me quedé satisfecho.

En Kern Pharma (2020-21) le ha tocado enseñar a los jóvenes.

He disfrutado tanto enseñando como aprendiendo de ellos. Estoy contento porque siempre me ha gustado estar rodeado de jóvenes. Tengo un carácter bromista que pega con ellos y no me ha costado adaptarme. Es un equipo con futuro con una filosofía de crecer con los jóvenes acertada.

¿Qué momentos buenos o malos destacaría de estos doce años?

Deportivamente la victoria más especial es la de la Volta a Portugal en 2018 después de unos años sin haber ganado. Los momentos malos son cuando no estás en forma y la carrera se pone dura. Cuando no estás en forma es diferente el dolor y la forma de sufrir.

¿Y qué destacaría en el adiós?

Agradecería a todos los equipos que me han dado la oportunidad. Soy muy ambicioso. Me gusta ganar, pero me gusta crecer y si veo que el crecimiento no es suficiente para la satisfacción que me va a dar no lo hago. Lo que tenía que decir en el ciclismo ya lo he dicho. Podría seguir diciendo lo mismo, pero ya no me llenaría.