Ingo NIEBEL
TRAS LAS ELECCIONES ALEMANAS

La era de Merkel finaliza con su partido al borde de la oposición

La atención mediática se centra en la victoria del socialdemócrata Olaf Scholz (SPD). Sin embargo, una hipotética alianza entre la Unión Demócrata Cristiana, el liberal FDP y la xenófoba AfD lograría la mayoría absoluta. Plantearla aún es un tabú, pero podría suceder si la CDU finalmente pasa a la oposición.

El día después de las elecciones generales, la política alemana entra en una nueva era y no sólo porque la canciller Angela Merkel esté gobernando en funciones a la espera de dejar el cargo cuanto antes en manos de su sucesor. Por primera vez, el futuro canciller tendrá que formar gobierno con socios que proceden del 75% del electorado que ha votado en contra de él. Otra novedad es que la iniciativa de formar gobierno ya no viene de la primera o segunda fuerza más votada.

La tercera y cuarta fuerza tienen que mirar si pueden alcanzar un consenso para decidir con cuál de los dos primeros partidos formarán un tripartito. Tanto el SPD como la CDU quieren gobernar con otros dos socios minoritarios y descartan un gobierno en minoría. Otro panorama se daría si el partido de Laschet pasase a la oposición. Desde la CDU se emiten señales en ambas direcciones. Son expresión de una pugna interior por el poder. Su desenlace definirá hasta qué punto el partido de Merkel girará a la derecha para crear nuevas mayorías por ahora imposibles.

En el fondo de la cuestión está el hecho de que a la derecha del centro político se encuentra la mayoría absoluta de los escaños. El nuevo parlamento cuenta con 735 diputadas y diputados. Por lo tanto la mayoría absoluta se cifra en 368 escaños. La CDU (196), el Partido Liberaldemocrático (FDP) (92) y la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) (83), suman 371 escaños. El SPD (206), los Verdes ecologistas (118) y el partido socialista Die Linke (La Izquierda) (39) llegan sólo a 363 representantes. El último escaño lo ocupa el partido de la minoría nacional danesa, el SSW, porque ha quedado exento del límite del 5% y ha superado los 40.000 votos necesarios para tener un representante en el Bundestag.

Aún es un tabú la mera posibilidad de que la CDU, FDP y AfD formen un gobierno «trifachito». No obstante, en 2020 ya colaboraron en Turingia para desbancar, temporalmente, al tripartito de Bodo Ramelow (Linke) con el SPD y los Verdes.

En las elecciones de este domingo, la AfD ha sido el partido más votado en Sajonia y Trungia con el 24% en cada land –con una ventaja del 7% sobre la CDU en el primero y del 8% en el segundo–. En los comicios de Mecklenburgo-Antepomerania, la AfD ha sido la segunda fuerza con el 16% por detrás del SPD (39%) y por delante de la CDU (13%). Dado que los ultras se han consolidado con el 10% a nivel nacional a pesar de sus pérdidas (dos puntos menos que en 2017), son un factor que la CDU ya no puede ignorar más si quiere garantizarse su parte de los respectivos gobiernos. Por eso, el presidente de honor de la AfD y colíder de su grupo parlamentario, Alexander Gauland, espera que la CDU pase a la oposición para renovarse.

Esta opción está ahora en el aire. Todavía ayer el presidente de la CDU y candidato a canciller, Armin Laschet, no quería dejar el poder. «Haré todo para formar un gobierno bajo el liderazgo de la Unión», dijo acompañado por la ejecutiva nacional de su partido. Entre los congregados se hallaba la canciller en funciones Angela Merkel. Su presencia sirvió a Laschet de justificar la histórica debacle electoral. «Por primera vez desde hace 16 años la CDU no se ha presentado con la ventaja electoral que traía el cargo de canciller», se excusó. No quiere admitir responsabilidad alguna en la caída de la CDU del 32% al 24%.

En su contra se ha posicionado su correligionario y ministro presidente de Sajonia, Michael Kretschmer. «Si seguimos como hasta ahora, me preocupa mucho lo que quedará en cuatro años», alerta. Pasar a la oposición en Berlín daría a la CDU la oportunidad de reformarse y de romper con ciertos tabúes, aunque sería un proceso doloroso.

Poco después de las declaraciones de Kretschmer, Laschet dejó entrever que tal vez la CDU no debería formar gobierno. Sufrió otro revés tras anunciar que Ralf Brinkhaus debería dirigir el grupo parlamentario «de manera provisional». Brinkhaus le contestó ayer que tiene pensado presentarse de nuevo para el cargo. Hasta ahora ha sido costumbre de la CDU que su presidente lidere el grupo parlamentario cuando se halla en la oposición. Laschet ha de ganar este pulso sí o sí.

El SPD vive un dulce momento tras subir del 5 al 25%. Este éxito le ofrece la perspectiva de liderar el siguiente gobierno con Olaf Scholz de canciller. El 55% del electorado prefiere un ejecutivo dirigido por los socialdemócratas frente al 36% que quiere que lo sea la CDU. Scholz no para de hacer guiños a los Verdes y al FDP para formar un tripartito.

A pesar de que los ecologistas se han quedado lejos de ser la primera fuerza política como parecía hace unos meses, han subido del 6% a más del 14%.

Los liberales han aumentado en un 1% el resultado que obtuvieron en 2017, llegando a más del 11%. El lunes adelantaron de que van a iniciar conversaciones previas con los Verdes. El FDP se opone a cualquier subida de impuestos, incluso para financiar los cambios de hábitos y tecnologías sin los que no será posible evitar el calentamiento global. En 2017, su líder Christian Lindner no logró un consenso con los Verdes para formar un tripartito con la CDU de Merkel.

Que Laschet suceda a la canciller depende en parte también de los Verdes. Por el momento, los ecologistas mantienen todas las opciones abiertas. Una lección que habrán aprendido es que sigue estando vigente la regla informal según la cual la o el candidato a canciller ha de haber sido ministro presidente de un land o ministro federal. Su candidata, Annalena Baerbock, no cumplía con ninguno de estos requisitos no vinculantes.

Después de haber admitido errores propios durante la campaña, tiene que regresar a la colaboración con su copresidente del partido Robert Habeck, al que algunos ya ven como el futuro candidato a canciller. A ambos les vendría bien coger experiencia en el Ejecutivo con miras a las elecciones de 2025 pero para ello no podrán pagar cualquier precio si no quieren poner en peligro su posición de tercera fuerza política. Ya no tienen más opciones que gobernar con el SPD o con la CDU.

Esto se debe a que Die Linke sólo ha obtenido el 4,9% de los votos. Al no superar el 5% habría quedado fuera del Bundestag pero le beneficia una regla excepcional: El partido que consigue al menos tres mandatos directos obtendrá el número mínimo para constituir un grupo parlamentario. El Linke ha cumplido por lo menos con este requisito. El regreso al hemiciclo no lo libra de un debate interno sobre las razones de su debacle, que también estaba anunciada. La copresidenta del Linke, Susanne Hennig-Wellsow, achaca el mal resultado a «errores cometidos mucho antes» de la campaña electoral. Ella y Janine Wissler presiden el partido sólo desde febrero.

En el este alemán, el Linke ha perdido una considerable parte de su electorado a favor de la AfD, que se erige como un partido regionalista y defensor de las personas más afectadas por una política que beneficia a las clases media y alta. La búsqueda de una respuesta adecuada a la situación social de Alemania ha derivado en una lucha de bandos. El sector izquierdista culpa a la diputada Sahra Wagenknecht. que aboga por el diálogo con las «personas normales» a las que su partido ya no llega. En cambio, el representante de la Ejecutiva del Linke, Raul Zelik, busca ejemplos de los que se podría aprender. Toma como referencia la fuerte posición del PC de Austria en Graz, donde desde hace años defiende los intereses de los inquilinos. «En vez de negociar sobre su participación en el gobierno, negocia sobre reivindicaciones sociales concretas», subraya.

Menciona el referéndum en el que el 56% de las y los berlineses han votado a favor de expropiar unas 240.000 viviendas [ver página siguiente] a las grandes inmobiliarias. El resultado no es vinculante. La socialdemócrata Franzsika Giffey, futura alcaldesa de Berlín, se muestra contraria a la expropiación.

El Linke aún forma parte de del tripartito que el SPD lidera junto a los Verdes, que ahora son segunda fuerza en la capital.

Los comicios se vieron empañados por algunos incidentes en Berlín durante la votación. Los colaboradores electorales no se presentaron en los colegios y debido al maratón que tuvo lugar en la capital alemana no se pudieron subsanar a tiempo algunos contratiempos logísticos como, por ejemplo, la falta de papeletas. Por ello hubo largas colas en algunos centros de votación, algo absolutamente inusual en Alemania.

Las irregularidades sirven a la AfD en su ya habitual denuncia de que es víctima de un supuesto fraude electoral. Está por ver cómo los observadores de la OSCE valoran lo sucedido. El director federal electoral, adscrito al Ministerio Federal de Interior, concluyó ayer que la falta de papeletas no afectaba a la celebración de los comicios generales ni tampoco al resultado final.