Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Dos colegas y la gran bestia»

La herencia hippy llega a las nuevas generaciones

El fenómeno hippy ha tenido una estrecha relación con la literatura infantil desde tiempos atrás, en gran medida debido a que en los años 60 se revindicaron obras como “Alicia en el País de las Maravillas” o “El señor de los anillos”. A la censura franquista le costó digerir este proceso, y así la serie de televisión sueca “Pippi Langstrump” (1969) no fue emitida por TVE hasta el año 1974. Uno de los clásicos animados más inspiradores en este sentido fue “Dumbo” (1940), con su famosa secuencia psicodélica, a la que no por casualidad rinde ahora un puntual homenaje “Dos colegas y la gran bestia” (2020), mediante un guiño lisérgico a cuenta de la ingesta de unos regalices caducados. Se debe a que el guion es obra de Oystein Dolmen, miembro superviviente del dúo noruego Knutsen & Ludvigsen, cuyas canciones han marcado la infancia de sucesivas generaciones de niñas y niños en su país. Dicho libreto permanecía guardado en un cajón desde 1984, sin que ninguna productora se interesara por él, debido a su humor absurdo y bohemio, hasta que por fin el estudio de Oslo Qvisten Animation se atrevió con “Dos colegas al rescate” (2015) y su secuela.

El desconocimiento de la carrera musical de Knutsen & Ludvigsen fuera de la influencia cultural nórdica ha hecho que cuando la versión animada de ambos personajes ha llegado a otras latitudes se les haya buscado otras denominaciones, pasando a ser en el mercado anglosajón Tootson & Ludiwood, y en el Estado español simplemente “dos colegas”.

Los Knutsen & Ludvigsen de la ficción han instalado su casa en el interior de un túnel ferroviario, donde disfrutan de sus canciones, bailes, bromas y tostadas con mermelada. Pero la compañía del tren considera que no es un lugar para vivir y les envía una carta de desalojo, motivo por el que inician un largo viaje para pedir ayuda al abuelo pirata de Knutsen.