Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Tokyo Shaking»

Una respuesta individual ante la crisis global

La vida moderna es muy complicada, más aún para quienes intentan entender y hacerse un sitio en este mundo globalizado. Las crisis como la pandémica ayudan a tomar conciencia de las cosas, y a hacer un alto dentro del desarrollismo que nos arrastra para intentar dar un giro a nuestra existencia y optar por un cambio de actitud personal. Es lo que le ocurre a la protagonista de “Tokyo Shaking” (2021), una ejecutiva que trabaja para una entidad bancaria y es destinada a la filial en la capital japonesa donde, a cuya llegada, se verá sacudida por el terremoto y tsunami de marzo del 2011 que provocaron la catástrofe nuclear de Fukushima.

Aunque Alexandra Pacquart (Karin Viard) está acostumbrada a viajar por todo el mundo con sus hijas, el choque cultural con las costumbres niponas le descoloca, sobre todo en el tema de la conciliación familiar, en el cual las mujeres niponas disienten de las occidentales por sus tradiciones familiares muy arraigadas. Pero la reacción de ese pueblo oriental tan disciplinado ante la tragedia colectiva, le llevará a empatizar con sus anfitirones hasta el punto de que su reacción no es la de salir corriendo como la mayoría de sus colegas del banco Crédit de France. Resiste y no vuelve a casa, en parte debido a que ha podido comprobar de primera mano cómo a la cúpula de su gran corporación solo le preocupa evitar las pérdidas, incluso por encima de los bienes de sus clientes o de la salud e integridad física de su personal.

El problema es que el realizador Olivier Peyon aborda cuestiones demasiado genéricas, por no hablar de la distancia que separa a su mirada europea de un desastre que afecta directamente a la economía de Extremo Oriente, y no tanto a la del resto de potencias. Las imágenes de archivo del maremoto que azota las costas japonesas remiten a la perspectiva alejada del noticiero, por lo que la posible implicación individual en medio de semejante caos es muy relativa.