Aritz INTXUSTA
IRUÑEA
Elkarrizketa
ESTRELLA EXTRAMIANA
JEFA DEL SERVICIO DE SALUD LABORAL DEL ISPLN

«Ha habido mejoras en seguridad laboral que deberían quedarse»

El Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra (Ispln) ha monitorizado esta pandemia y todas las epidemias anteriores. Estrella Extramiana es la máxima responsable del ente en lo referente a la Salud Laboral.

Durante la pandemia se implementaron nuevas medidas de seguridad en las empresas y muchas supusieron un gasto considerable. Ahora que se transita hacia la normalidad, ¿es el momento de que estas medidas también se levanten?

En las empresas se adoptaron medidas dirigidas a prevenir la aparición de casos y el contagio entre las plantillas. Muchas de ellas fueron organizativas, como entradas y salidas escalonadas, establecimiento de aforos y garantizar una ventilación adecuada en zonas comunes como vestuarios, comedores, salas de descanso, recomendaciones en el transporte a las empresas… El 29 de setiembre, la consejera de salud aprobó una orden foral en la que se dejan sin efecto las restricciones derivadas de las medidas específicas vigentes como consecuencia de la situación epidemiológica. Esa orden contempla las recomendaciones de las medidas preventivas de carácter genérico relativas a la distancia de seguridad, higiene de manos, ventilación, actividades al aire libre... medidas que, junto con el uso de mascarilla, se han mostrado eficaces. Sin embargo, la Ley 2/2021, de 29 de marzo, de medidas urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19 obliga a las empresas a adoptar y mantener tales medidas.

¿Existen algunas que hayan funcionado mejor que otras, algo que hayamos aprendido como realmente efectivo y que deba permanecer?

Está claro que la higiene de manos se ha potenciado y ha conllevado una menor incidencia de procesos infecciosos. Creo que este hábito debería mantenerse para prevenir otro tipo de patologías. No hablo del uso de gel hidroalcohólico. Simplemente, como hemos hecho, lavarnos las manos a menudo y de forma correcta. Por otra parte, el uso de mascarilla ha contribuido en gran medida a que otras patologías respiratorias como la gripe no hayan tenido presencia en la comunidad. Puede ser que en épocas del año en la que hay más circulación de microorganismos que causan patologías respiratorias el uso de mascarilla en los lugares cerrados ayude a prevenirlos. Y hablando más en concreto en las empresas, hemos aprendido que los lugares comunes como vestuarios, comedores, zonas de descanso deben estar dimensionados al número de personas que los utilizan y deben garantizar una ventilación adecuada. Los medidores de CO2 han evidenciado un déficit de ventilación en muchos espacios cerrados. Estas mejoras deberían quedarse en los lugares de trabajo, así como la limpieza de las instalaciones que la pandemia ha potenciado.

Algunas medidas ayudan a controlar los virus, pero empeoran las condiciones de trabajo. Le pongo el ejemplo de una fundición, como la de Fagor en Tafalla, donde los obreros soportan altas temperaturas y llevan mascarilla. ¿Cómo sopesar el empeoramiento de las condiciones laborales con la contención de una epidemia?

Las medidas de prevención o protección colectivas deben primar sobre las medidas de protección individual. Por ello, si se garantizan espacios bien ventilados y con distancia interpersonal suficiente podría evitarse el uso de la mascarilla, dependiendo siempre de la situación epidemiológica y de los riesgos propios de determinados entornos de trabajo. En cualquier caso, y no solo para el covid, es imprescindible la participación de las y los trabajadores a la hora de implantar medidas preventivas, ya que son quienes conocen las dificultades sobreañadidas por el uso de EPI en el desempeño de su trabajo. Junto a ello, es fundamental el compromiso de todas las personas que trabajan en la empresa de no acudir a trabajar con algún síntoma de la enfermedad.

Le pongo ahora un caso, a mi entender, radicalmente opuesto: el de Uvesa. Se trata de una empresa de procesado de alimentos que tuvo uno de los brotes más importantes al inicio de la epidemia, sobre los dos centeneras de casos. Se habló de aglomeraciones... Quizá en sitios así la necesidad de mantener medidas sea mayor que en otros trabajos.

Hay entornos laborales en los que las propias condiciones en las que se desarrolla la actividad pueden entrañar más riesgo para la propagación del virus. Por ejemplo, en entornos de humedad y bajas temperaturas, con ruido elevado que hace subir el volumen de voz para comunicarse o con poca distancia entre los puestos de trabajo. En cualquier caso, hemos detectado que en la mayoría de las empresas los contagios se han producido mayoritariamente en los lugares comunes como vestuarios, comedores o zonas de descanso, en los que las condiciones de ventilación eran deficientes o eran utilizados simultáneamente por un importante número de personas. Son espacios en los que se relajaba el uso de las mascarillas por la propia actividad que se desarrolla en ellos (ducha, comer, beber…). También hemos comprobado que muchos contagios se han producido durante el traslado al lugar de trabajo o al volver del mismo, al compartir coches, por ejemplo, en los que la ventilación era deficiente y el uso de mascarilla más relajado.

Uno de los cambios más llamativos de la epidemia ha sido la expansión del teletrabajo. En qué medida este es un arma de doble filo, por la opacidad que genera sobre la supervisión de las condiciones de trabajo.

Efectivamente, en mi opinión, el teletrabajo es un arma de doble filo por varias circunstancias. Se trata de realizar en tu domicilio el trabajo que realizabas en las instalaciones de la empresa. Por una parte, las condiciones del puesto de trabajo en el domicilio pueden no ser las adecuadas (espacio, condiciones ergonómicas del lugar de trabajo...), en muchas ocasiones supone utilizar el mismo espacio en el que vives para trabajar, lo que puede conllevar problemas de conciliación de la vida familiar y laboral que, en general, afectan más a las mujeres, aleja a las personas trabajadoras del entorno de la empresa, de su equipo de trabajo, de su relación con sus compañeros y compañeras… Creo que habría que evaluar la repercusión que estos hechos tienen en el ámbito de la salud mental de las personas que realizan su actividad laboral en esta modalidad de teletrabajo.

El coronavirus es una enfermedad respiratoria que se transmite como otras que también generan ondas. ¿Se puede impulsar desde la seguridad laboral la adopción de medidas efectivas en las empresas en momentos de epidemia? O, más claro aún, ¿podría la mascarilla volverse obligatoria en las empresas durante una ola de gripe? ¿Quién podría decidirlo? ¿Sería positivo??

Está claro que el uso de la mascarilla en épocas en las que la circulación de virus respiratorios es mayor protege y previene el contagio. Creo que será una protección que utilizaremos en los lugares de trabajo y en los lugares cerrados en ciertas épocas del año. Pero en prevención laboral hay una jerarquía en la efectividad de las medidas preventivas y protectoras. La protección individual se debe emplear en momentos puntuales hasta que se habilitan las medidas de protección colectiva o cuando son imposibles las medidas en origen y de naturaleza colectiva. Evitar la presencia de personas enfermas, organizar los espacios, garantizar la ventilación, mantener aforos adecuados, primar actividades en exteriores... son medidas a priorizar. La información y formación y recomendar la vacunación son actuaciones transversales necesarias. Cuando haya que utilizar la mascarilla u otros equipos de protección se deberán usar los oportunos y de forma adecuada. Todo ello tiene que estar recogido en la evaluación de riesgos de la empresa.