Raimundo Fitero
DE REOJO

Sin chips

Aumentan las circunstancias que inoculan dudas poco razonables en el imaginario colectivo. Dependemos de algo que se explica técnicamente de esta manera: Circuito electrónico de material semiconductor, especialmente silicio, en forma de cubo minúsculo, que, combinado con otros componentes, forma un sistema integrado más complejo y realiza una función electrónica específica. El chip, la estrella actual de los subterfugios comerciales, de las presiones industriales, las mamandurrias políticas y la verdadera lucha por la hegemonía mundial.

Quien tenga los materiales precisos y la capacidad manufacturera adecuada para fabricar todos los chips que se demandan, tendrá una llave del futuro y podrá paralizar, ralentizar, acelerar procesos industriales de toda magnitud. Un automóvil de gama media usa unos tres mil chips para su funcionamiento. Una puerta de un coche pude requerir medio centenar de esos circuitos. En nuestro teléfono portátil, los microchips que habitan son insustituibles y se cuentan por centenares y así hasta llegar a la chip dependencia más absoluta en la que estamos y que hace peligrar un modelo de desarrollismo. Parece haber entrado una guerra tibia sobre las materias primas necesarias para que funcionen todos los inventos electrónicos que han llegado al consumo diario.

Está claro que los equipos de intoxicación general de la banda del poco desarrollado intelectualmente Pablo Casado tienen falta de chips de la antigua generación en sus prótesis mentales. Les funciona de manera perfecta la parte mecánica, mentir, sobre la mentira, volver a mentir y acabar de nuevo en el punto de origen. Ahora plantean una disyuntiva de frailecillos excitados: más ganadería; menos comunismo. Son representantes de una granja intensiva de chorizos.