Xabier Onaindia
Pediatra
GAURKOA

Miedo

Antes de llamarse Almaty, la ciudad de Kazajstán donde se han dado estos días duros enfrentamientos con cientos de muertos, detenidos y quema de edificios, era la capital conocida como Alma Ata, la ciudad de la URSS donde en 1978 se celebró la Conferencia Internacional de Atención Primaria de Salud organizada por la OMS y Unicef y patrocinada por la URSS. Participaron los países mas desarrollados excepto China y tuvo como lema y objetivo "Salud para todos en el año 2000" y para alcanzarlo se dijo que la Asistencia Sanitaria debía ser pública, universal y gratuita y por supuesto accesible y presencial.

La Conferencia de Alma Ata definió la salud como «un estado de total bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de enfermedad» y a partir de ella se abrieron en todo el mundo consultorios y Centros de Salud; se constituyeron miles de Equipos de Atención Primaria con voluntariosos y optimistas médicos de familia, enfermeras y pediatras dispuestos a darle la vuelta a una sanidad con mucho margen de mejora y los que tenemos una edad somos testigos de los logros de los primeros años y también del deterioro programado de los últimos.

La pandemia que estamos sufriendo ha puesto de manifiesto que el capitalismo neoliberal niega soluciones a millones de personas en el mundo a las que no llegan cuidados ni vacunas y que su globalización no es sino sometimiento económico y un eslogan para la obtención de plusvalías. Nada hay nada mas global que esta pandemia y la respuesta en lugar de global ha sido local y de sálvese quien pueda.

Superaremos esta plaga, sin duda, pero miedo me da el deseo de muchos de volver a la «normalidad» anterior donde GSK, Novartis o Sanofi, todos ellos grandes productores de otras vacunas, subvencionaban con miles de millones a la OMS. ¿Será casualidad la actitud de Margaret Chan, responsable de la OMS para la Gripe A? La señora Chan, cuando ya había pasado el invierno austral del 2009 y ya sabíamos todos que en Argentina los fallecidos no llegaban a 1.000 (menos de los que causa la gripe estacional) declaró: «esto va a costar un dineral pero ningún gobierno puede permitirse no tener vacunas» lo que fue el pistoletazo de salida para su compra masiva. Algo sospechaba la gente o sus médicos pues en Euskadi se vacunaron muy pocos y yo tuve justo bajo mi consulta del Centro de Salud de Landako miles de vacunas sobrantes por meses hasta su destrucción. La Gripe A (la del cerdo) fue una bendición pues sustituyó a la gripe estacional pero con menor morbilidad y mortalidad.

Miedo me da volver a esos «comités de expertos» subvencionados por las farmacéuticas y que pontifican sobre vacunar a niños sanos o la inmunidad de rebaño. Estas vacunas que han salvado a miles y miles de personas de enfermar y de morir no pueden utilizarse para todos y en todas las situaciones lo diga Agamenón, su porquero o un «comité de expertos» ad hoc. Se presupone su autoridad y todos deben someterse para preservar la cohesión; nadie puede disentir por miedo a significarse y mejor pasar por tonto que ser señalado. Hace cincuenta años esos comités decidieron que el tratamiento de la úlcera gástrica era quirúrgico y a miles de personas durante años se les resecó parte o todo el estómago hasta que un disidente descubrió que todos tenían una bacteria (Helicobacter Pylori) que podía ser tratada exitósamente con antibióticos. Otros «expertos» decidieron que la solución a las amigdalitis de repetición también era quirúrgica y miles y miles de niños se quedaron sin amígdalas. Ahora otros «expertos» han decidido suspender las competiciones de deporte escolar (pero no del profesional) y obligarnos a llevar mascarillas en la calle. Por ello cuando veo venir un «experto» cambio de acera y solo deposito mi confianza si estoy convencido de su integridad y siempre en actitud crítica.

No quiero volver a una «normalidad» donde los consejeros de Sanidad tienen una estrategia programada de desmantelamiento de la sanidad pública y de subvención indirecta de la privada. Ignoramos que la ambulancia que nos traslada no es de Osakidetza sino de una empresa catalana y que Osatek, donde nos hacen la resonancia magnética, está creada con dinero público pero su gestión es privada... (externalizar servicios le llaman en su jerga de maleantes), quizá por ello los Consejeros y altos cargos pasan a dirigir empresas sanitarias privadas a la semana de dejar el cargo. Ni siquiera guardan las formas ni lo ocultan porque saben que preferimos no enterarnos. Y me da miedo volver a una «normalidad» en la que el gasto en salud del Gobierno Vasco era en 2009 el 5.4% del PIB y ha ido bajando anualmente para ser en 2020 del 4.78%. Son tan buenos gestores que a una sociedad cada día mas envejecida y necesitada responden con menos personal y menos medios y la gente no protesta, no protestamos. Es un conformismo suicida ver como deterioran una Asistencia Primaria anémica, que no te atienden por falta de personal, que tienes que esperar meses a una intervención... y seguir parados. Preferimos no enterarnos porque, enterándonos, algo tendríamos que hacer y es más cómodo no salir de la zona de confort, que fuera hace mucho frío.

Miedo es lo que venden las estrategias comunicativas de algunos medios de comunicación a los que todo vale para ganar audiencia. Hablan de los miles de contagiados para generar alarma pero ponen sordina a que una mayoría son asintomáticos. Hay que vender miedo para vender periódicos. Y miedo es lo que vende la consejera Sagardui cuando en su cruzada para vacunar el máximo número de niños informa que hay dos niños ingresados en la UCI y otros dos en planta por covid-19. Mentirosa que calla que esos niños ingresan por otras patologías y coincide que tienen una PCR positiva que no es el motivo de su ingreso. No todo vale, señora Sagardui, ni es sensato ni práctico mentir pues cuando se descubre genera sospechas en el propio bando.

Sin justificación alguna tenemos que costearnos nuestra salud bucodental y con el mismo argumento pronto, además de privatizar servicios, nos harán pagar parte de las pruebas y consultas médicas con la excusa del desbocado gasto sanitario. O confrontamos, o nos unimos y lo peleamos, o nos quedamos con una Asistencia Primaria reducida a su mínima expresión como en EEUU, que parece ser su modelo.

No podemos volver a la «normalidad anterior», no podemos dejarnos arrastrar a una situación que poco a poco va recortando nuestro derecho a la salud. Casi 45 años después tenemos que defender el espíritu de Alma Ata y su «salud para todos»; pública, universal y gratuita.