EDITORIALA

Assange, perseguido por publicar la verdad

La ministra británica de Interior, Priti Patel, firmó ayer la orden de extradición a EEUU de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, la organización que hizo públicos miles de documentos en los que se recogían los abusos y las vulneraciones de derechos humanos que Washington cometió en Guantánamo, Irak y Afganistán, así como cientos de cables diplomáticos confidenciales que dejaron en evidencia las miserias de gobiernos de todo el mundo. Sus abogados informaron de que recurrirán la orden de extradición. Como última opción, Assange tiene la posibilidad de acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Washington persigue a Julian Assange por haber revelado graves violaciones de los derechos humanos que cometieron durante su «guerra contra el terrorismo». Con la publicación de aquellos documentos, WikiLeaks hizo un trabajo periodístico de gran importancia social y política: revelar la verdad siempre afianza la democracia y evita que funcionarios y políticos puedan cometer crímenes ocultos bajo la razón de Estado. Por su aportación a la democratización de la política, Assange debería haber sido reconocido socialmente y no perseguido judicialmente. Por desgracia, no es el caso. Detrás de ese afán de atrapar a Assange está la intención de infligir un castigo que sea ejemplarizante y evite en el futuro que filtraciones similares lleguen a ser publicadas. La extradición del fundador de WikiLeaks busca mantener formalmente la libertad de prensa, cada vez más secuestrada por los oligopolios editoriales, pero dejando que penda sobre ella la amenaza de un fuerte castigo para quien se atreva a revelar informaciones que puedan molestar al poder. Es, asimismo, un signo del menguante compromiso de los gobiernos de Gran Bretaña y EEUU con los derechos humanos.

Medios de comunicación independientes comprometidos con la verdad, los derechos humanos y la democracia también han sido perseguidos en Euskal Herria, y en algunos casos han terminado cerrados y con sus periodistas represaliados. Por esa larga experiencia de represión a la prensa, la sociedad vasca sabe que Assange debería estar libre.