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Macron tantea pactos, incluido un «gobierno de unidad nacional»

El inédito rompecabezas al que se enfrenta el presidente francés, Emmanuel Macron, tras las elecciones hizo que el rechazo de la dimisión de la primera ministra fuera menos protocolario de lo habitual, dada la fragilidad de su respaldo parlamentario. Macron ha empezado a tantear a los partidos para posibles pactos y estudia incluso un «gobierno de unidad nacional».

Emmanuel Macron saluda al secretario del PS, Olivier Faure, a su llegada al Elíseo.
Emmanuel Macron saluda al secretario del PS, Olivier Faure, a su llegada al Elíseo. (Loudovic MARIN AFP)

Élisabeth Borne parecía destinada a ser una primera ministra transitoria desde que fue nombrada para el cargo el pasado 16 de mayo, en el ínterin entre las elecciones presidenciales de abril y las legislativas del pasado domingo.

Apenas un mes después, ayer presentó su dimisión, como suele ser habitual tras unos comicios legislativos, aunque en esta ocasión el contexto es más serio de lo esperado por el macronismo, que ha cosechado unos malos resultados, perdiendo la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional (Cámara Baja).

Además, la propia Borne ha visto cuestionada su relevancia política ya que consiguió el escaño por Calvados (Normandía) con un apretado resultado en la segunda vuelta (52,3%). Si hubiera salido derrotada en su duelo con un candidato de la Nupes, la dimisión habría sido aceptada de modo automático.

«La primera ministra presentó su dimisión al presidente de la República, que la rechazó para que el Gobierno pueda continuar realizando sus funciones estos días», confirmó el Elíseo.

El Consejo de Ministros previsto ayer fue suspendido y, en su lugar, Borne reunió a los miembros del Ejecutivo, incluidos tres ministros golpeados en las urnas y sobre los que pesa también la dimisión.

Por su parte, Macron inició una serie de reuniones con los líderes de todos los partidos que han conseguido representación en la Asamblea para buscar una solución al rompecabezas creado por el resultado electoral. Si los partidos que arropan al presidente han perdido su mayoría absoluta, la oposición, muy fraccionada, no puede presentar una alternativa que lleve adelante iniciativas legislativas sin el respaldo del macronismo.

El jefe de los republicanos (LR, derecha), Christian Jacob, el primero en pasar por las consultas, dejó claro que su formación se niega a entrar en «cualquier lógica de pacto», aunque añadió que nunca estará en el bloqueo de las instituciones y que su partido debe continuar «en la oposición, de una forma decidida pero responsable».

Olivier Faure (PS), por su parte, aseguró al presidente la disposición de sus diputados a «avanzar» si el Gobierno tomaba medidas sobre el poder adquisitivo, en particular un aumento del salario mínimo.

«Si las medidas que se presentan son de sentido común las votaremos. Si no es así, las enmendaremos. Si no se incluyen en el texto nos opondremos», afirmó a la salida del Elíseo la líder de la ultraderecha, Marine Le Pen, cuya formación ha pasado de tener 8 diputados a 89 y a los que definió como «responsables».

Gobierno de unidad.

François Bayrou, líder del centrista MoDem y un aliado importante de Macron, recalcó al salir de su reunión con el presidente que «hace falta algo próximo a la unión nacional».

Stanislas Guerini, a la cabeza del partido macronista, y el secretario nacional del Partido Comunista Francés (PCF), Fabien Roussel, también estuvieron en esta primera ronda de consultas.

Roussel desveló que Macron considera la posibilidad de constituir un gobierno de unidad nacional. «Me preguntó si estábamos listos para trabajar en un gobierno de unidad nacional» y si tal iniciativa «era la solución para sacar al país de la crisis», agregó.

Hoy Macron se reunirá con el ecologista Julien Bayou, así como con dos líderes de La France Insoumise, partido líder de la Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes), la coalición de partidos que quedó en segundo lugar en las elecciones.

Aun sin la moción de censura que anuncia La Francia Insumisa, el Gobierno francés entra en una etapa de inestabilidad política a la que está poco habituada. La coalición liberal, que se basó durante el primer mandato de cinco años de Macron en una cómoda mayoría absoluta retiene solo 245 escaños de 577 tras las elecciones.

El resto del hemiciclo se reparte principalmente entre los Nupes (al menos 150 escaños, la extrema derecha (89) y la derecha (61), que parece encontrarse en la posición de árbitro por lo que el campo presidencial se acercó de inmediato a ella.

La coalición presidencial, cuyo plan de jubilación a los 65 años es rechazado tanto por la izquierda como por la extrema derecha, tendrá que cerrar un acuerdo de gobierno con otros partidos, un escenario clásico en Alemania pero inusual en el Estado francés, o negociar puntualmente cada ley. Esta configuración sitúa al Parlamento en el centro del juego político por primera vez desde 1958 y el establecimiento de la V República, con su régimen presidencial.

Y Macron -a menudo descrito como «presidente de los ricos»- tiene que lidiar en este contexto con una popularidad no muy alta: el 56% de los franceses no cree que sea un buen jefe de Estado, según una encuesta de Odoxa del 31 de mayo, después de un primer quinquenio marcado por episodios como la revuelta social de los «chalecos amarillos» y en un tenso contexto internacional que pesa sobre el poder adquisitivo.

LFI avanza una moción de censura

Algunos de los diputados de La Francia Insumisa (LFI) avanzaron su intención de presentar una moción de censura contra el Gobierno, aunque la coalición de izquierdas no se ha pronunciado sobre esta posibilidad. La diputada de LFI Clémentine Autain denunció que mantener en su cargo a la primera ministra, Elisabeth Borne, prueba la «ceguera» del presidente «ante la ira de los franceses y la desautorización que le han enviado». El fundador de esta formación, Jean-Luc Mélenchon, retó a la primera ministra a promover una moción de confianza ante la nueva Asamblea Nacional. «Estamos perdiendo el tiempo hasta que se vaya -añadió- «Esta mujer no tiene ninguna legitimidad, cero», aseguró.

«Encuentro curioso escuchar a un hombre que no ha sido elegido por los franceses (...) dar lecciones de legitimidad a una mujer que es primera ministra y que ha sido elegida», replicó el ministro de Cuentas Públicas, Gabriel Attal.

Para salir adelante, la moción de censura requeriría los votos de los diputados de izquierda, derecha y extrema derecha. Pero el secretariogeneral de LR, Aurélien Pradié, ya adelantó que no la apoyaría por falta de «valores republicanos» y de un proyecto compartido «para el futuro del país». GARA