El recibimiento del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, al príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, al que había vinculado indirectamente con la muerte del periodista Jamal Khashoggi en 2018, oficializó ayer el acercamiento entre los dos países marcado por las inversiones saudíes en la maltrecha economía turca.

El sátrapa saudí encabezó una numerosa delegación política y económica que comenzó la visita con un encuentro privado con Erdogan.

Tras una reunión de ministros, expertos y empresarios de los dos países abordaron una agenda marcadamente económica, con un listado de inversiones en el turismo, la sanidad y la industria militar. Turquía lleva meses arrastrando dificultades económicas, debido a la fuerte depreciación de la lira y a una inflación que excede ya el 70%.

Erdogan espera superarlas con las multimillonarias inversiones saudíes para afrontar las elecciones de junio de 2023, ante una oposición al alza que le acusó de actuar por dinero en contra del honor y los intereses del país.

El Ejecutivo y la Justicia turca actuaron duramente tras la muerte de Khashoggi, desmembrado en las dependencias del consulado saudí en Estambul. Erdogan afirmó en su día que estaba seguro de que «la orden de matar a Khashoggi vino de los niveles más altos del Gobierno saudí», en referencia al príncipe. La Justicia turca inició un juicio en ausencia contra 26 saudíes. En abril, unos días después de que se cerrara el caso, Erdogan visitó Riad en un primer paso para restaurar las relaciones.