EDITORIALA

Es el momento del control del precio de la electricidad

Pedro Sánchez anunció ayer en el Congreso que rebajará el IVA de la electricidad del 10% al 5%. Un déjà vu que invita a realizar unas cuantas reflexiones. En primer lugar, el IVA que se aplica a la electricidad se rebajó hace un año del 21% al 10% y ahora volverá a bajar. Una flexibilidad que no es nada habitual -ahí está, por ejemplo, la interminable pelea a cuenta del IVA de los productos de higiene femenina-, pero que confirma que esos tipos tan elevados son una opción política, por lo que una rebaja de ese calibre se debería aplicar a todos los bienes y suministros básicos. En las actuales circunstancias pagar el 21% de IVA por una mercancía o servicio es considerarlo como un bien de lujo.

Por otro lado, las sucesivas reducciones del IVA no han conseguido abaratar la factura de la electricidad; cada rebaja ha sido acompañada del correspondiente encarecimiento de los precios. Conviene señalar, asimismo, que el tope al precio del gas -la excepcionalidad ibérica negociada con Bruselas- no ha tenido, una semana después de implantarse, ningún efecto real en la reducción del precio de la electricidad. Todas las medidas tomadas hasta ahora no han conseguido ni siquiera estabilizar el coste de la electricidad, han fracasado una tras otra. Tanto revés obliga a dirigir la mirada a la clave del asunto, a eso que oficialmente llaman «mercado eléctrico» pero que en realidad es un oligopolio dominado por cuatro grandes empresas. Entre ellas destaca Iberdrola, que no solo ha obtenido un beneficio récord, sino que además va a aumentar los dividendos a los accionistas. Su presidente está imputado por tratar con Villarejo, insultó recientemente a la ciudadanía y acaba de fichar a otra exministra para el consejo de administración de la eléctrica. Una impudicia tras otra. Y el Gobierno sigue pidiendo a las eléctricas que se porten bien. Una actitud que esconde una preocupante falta de pundonor.

Por principio, los suministros básicos no deberían ser objeto de negocio. En ese camino ha llegado el momento de abandonar la equivocada idea de mercado eléctrico y establecer controles sobre los precios de la energía.