Mikel INSAUSTI
DONOSTIA
CRÍTICA «ELVIS»

El cantante superhéroe y el manager villano

El Elvis de Baz Luhrmann se parece más a la loca de Liberace que al auténtico cantante de Memphis, y no lo digo por el vestuario en pedrería, la decoración hortera de Graceland o los shows de Las Vegas. Todo es falso, todo es artificioso, tal como cabía de esperar del autor del empalagoso musical “Moulin Rouge” (2001), fiel a su estética de realizador de videoclips para el pop mainstream. Ya empieza mintiendo cuando nos presenta al tal Presley como poco menos que el inventor del rock and roll, cuando en realidad simplemente se trata del cantante más célebre y que más discos ha vendido de dicho estilo. No hay que confundir las cosas, pero lo hace, y a conciencia, porque lo que el australiano quiere contar es una película de superhéroes y villanos, en cuanto versión contemporánea del cuento de hadas y brujas malvadas de toda la vida del señor.

Alguien en su sano juicio pensará que la película dura casi tres interminables horas porque es un biopic que nos va a contar el ciclo vital del biografiado al completo. Pues no, porque información, lo que se dice información relevante, la hay con cuentagotas. Se trata de una pura invención que va tomando fechas y personajes históricos de referencia, para dejar claro que habla de un artista importante en su época pero con una dimensión atemporal. Luhrmann reniega del Elvis conservador que colaboró con Nixon y la CIA, y se saca de la manga otro bien distinto que lucha por los derechos de las minorías raciales y que desafía el orden establecido con su movimiento de pelvis.

Con la excusa de que de niño le gustaban los cómics materializa su sueño infantil de convertirse en un superhéroe enfrentado al megavillano El Coronel Tom Paker, el manager del que nunca pudo liberarse. Austin Butler solo da el pego como el Elvis decadente del final, más en consonancia con el histriónico y caricaturesco Tom Hanks que, bajo kilos de maquillaje, hace las veces de tramposo narrador.