EDITORIALA

Euskal Herria es una buena candidata a ser un país no alineado con ningún imperialismo

El Concepto Estratégico adoptado por la OTAN esta semana en Madrid favorece el militarismo, una escalada bélica y acrecenta un riesgo nuclear que amenaza a la civilización y al planeta. Ese pacto responde a los intereses de EEUU y de élites concretas. En ningún caso atiende a las prioridades de las sociedades del mundo, ni siquiera las de los países que conforman la Alianza Atlántica. Entre la pandemia, la guerra, la inflación y la emergencia climática, esas sociedades necesitan que se invierta en sanidad, educación y en la transición ecológica, no que se desvíen esos fondos a gastos militares. Invertir en guerra es una insensatez.

En este contexto, los intereses de las potencias están claros. Resumidamente, EEUU quiere marcar el terreno de cara a la confrontación con China por la hegemonía, para lo que la posición respecto a Rusia les resulta funcional a ambos, mientras que esta desea recuperar protagonismo internacional para defender mejor sus intereses. Todos ellos tapan miserias internas con la política exterior. La tendencia al autoritarismo y a la represión es una constante, si bien con diferentes rasgos e intensidades. No hay nostalgia que pueda ocultar esta realidad.

Más difícil de entender es la posición subalterna de la Unión Europea. Su tradición atlantista, sus objetivos socioeconómicos dentro del neoliberalismo y la disciplina de sus élites están claras. Sin embargo, renunciando a su soberanía y alineandose cerrilmente con EEUU, Europa renuncia a defender sus intereses y pierde poder, condenando a su ciudadanía a una subordinación que le pasará factura.

Sí, hay alternativas y son de izquierdas

Esta misma semana, en uno de los seminarios que la Izquierda Europea-The Left ha llevado a cabo en Iruñea, Marta Rosique, Gorka Elejabarrieta y Jeremy Corbyn explicaban que en relación a la guerra se pueden defender posturas firmes y complejas, que sean a la vez realistas y basadas en principios.

Desde esta perspectiva, la izquierda debe defender la soberanía de los pueblos y de Europa. Subrayaban el valor de la diplomacia, que puede reforzarse con frentes amplios contra la guerra y en favor de una paz con contenidos. Sin respeto entre naciones, sin desescalada y desmilitarización, sin una política de asilo justa y eficaz, y sin justicia social, las perspectivas de paz siempre serán frágiles. Por eso hay que invertir en ella. Empezando por defender una salida negociada, justa y estable a la guerra en Ucrania.

Pintar algo y elegir batallas

Un país como Euskal Herria, diminuto y fraccionado, rico pero con rasgos de decadencia, no gana absolutamente nada alineándose con ninguna de esas potencias ni invirtiendo sus limitados recursos en armamento y ejércitos. Por el contrario, la nación de Gernika y del “Guernica”, el pueblo de la insumisión y el antimilitarismo militante, el último país europeo donde se ha llevado a cabo un proceso de desarme a manos de la sociedad civil, puede posicionarse como una alternativa a la narrativa bélica.

No tiene por qué esperar para sumarse a los territorios e instituciones que se han implicado en las campañas contra la proliferación de armamento nuclear. Puede articular la solidaridad con saharauis, kurdos y ucranianos atendiendo a los derechos humanos y no a las agendas de cada bloque. Puede invertir en paz, que como se ha visto es invertir en sanidad y educación.

El antimperialismo de los países no alineados, por un lado, y la neutralidad irlandesa, por otro, conforman tradiciones en las que las familias políticas vascas pueden encontrar raíces sobre las que construir posturas coherentes y cooperativas. Por el contrario, en la nostalgia solo queda elegir el imperialismo que cada uno desea que le domine.