Raúl ZIBECHI
Periodista
GAURKOA

La insoportable militarización de las migraciones

Resulta indignante que Estados Unidos, nación conformada por millones de inmigrantes, y la Unión Europea, cuyos migrantes poblaron las Américas de norte a sur, criminalicen ahora a quienes buscan un futuro mejor atravesando mares. Esta actitud forma parte del doble discurso de las naciones poderosas del Norte, que pretenden seguir diseñando el mundo según sus estrechos intereses.

La criminalización de las migraciones, consideradas ahora como una amenaza a la estabilidad de Occidente, forma parte de la creciente militarización del planeta impulsada por Estados Unidos y la OTAN. El proyecto militarista está siendo el modo como las clases dominantes del mundo, el llamado 1%, pretenden estirar el control del sur del planeta, de los sectores populares de todo el mundo y posponer su inevitable decadencia.

El editorial de junio del Boletín del Laboratorio Europeo de Anticipación Política, un think tank francés independiente, apunta en la misma dirección. En tanto los Estados perdieron su capacidad para luchar contra el colapso en curso, aparece «la irresistible tentación de estrechar su control sobre las masas», que ahora se ha convertido en «la única manera de mantener lo que queda de su sistema».

Peor aún, el progreso tecnológico en los armamentos, permite a las elites del planeta formas de control de las poblaciones mucho más intenso y extenso que en crisis anteriores, de modo que esta nueva realidad «ofrece a los que tienen el mando una amplitud de poder sin precedentes» (https://bit.ly/3OR7oL8).

La criminalización de las actuales migraciones obedece, además, al temor de que se repita la historia de la caída del imperio romano por las mal llamadas «invasiones bárbaras». En suma, un desborde migratorio que pueda provocar un desequilibrio cultural, económico y político que redunde en la fractura de la dominación del 1%.

La cúpula del poder puede aceptar inmigrantes en cantidades y modos controlados, pero cataloga como «ilegal» a aquellos migrantes que rechaza, ya sea por un rápido aumento de la cantidad de migrantes así como por la conformación de bolsones disidentes dentro de sus fronteras. En realidad, la militarización de las migraciones no pretende impedirlas sino modularlas, ponerles límites para evitar desbordes.

Sin embargo, algunos estudios estiman que en las próximas décadas asistiremos a un importante aumento de migrantes, que puede alcanzar a más de 30% de la población global, una cantidad impresionante de casi 3.000 millones de personas. Aunque la cifra parece increíble, debe meditarse sobre los efectos conjuntos del cambio climático y los desastres ambientales en aumento, las crisis económicas y alimenticias, la interrupción de las cadenas de suministro, la violencia política contra los pueblos y las guerras cada vez más frecuentes.

Todos estos fenómenos auspiciarán un imparable aumento de las migraciones. La guerra en Siria provocó la migración del 48% de su población (https://bit.ly/3OPhAne), pero la crisis económica en Venezuela, donde no hubo guerra, llevó fuera de fronteras a más del 20% de sus habitantes (https://bit.ly/3uefa9W).

¿Alguien puede afirmar que estas situaciones no van a ser casi permanentes durante el colapso del sistema que recién estamos empezando a vivir?

En el caso de América Latina, la masiva migración de población venezolana, haitiana y centroamericana está siendo tratada manu militari por las autoridades de los países donde recalan o aquellos que son apenas lugares de paso. En México, estamos asistiendo a caravanas de miles de migrantes centroamericanos que se desplazan a pie, reprimidas para evitar que lleguen a la frontera de Estados Unidos, como consecuencia del compromiso adquirido por el presidente Andrés Manuel López Obrador con los gobiernos de Washington.

El representante de la ONUDH en México volvió a cuestionar al Gobierno mexicano al señalar que «todavía prevalece un enfoque que privilegia el despliegue de fuerzas armadas y otros cuerpos policiales en tareas de control migratorio», como destaca el Instituto para las Mujeres en la Migración, IMUMI (https://bit.ly/3AkSd8K). De hecho, 27.000 efectivos de la Guardia Nacional se convirtieron en «agentes migratorios» con facultades para revisar documentos y detener a la población migrante sin siquiera conocer la legislación en la materia.

El continente africano es y será uno de los más afectados por el colapso. En África actualmente viven 1.200 millones de personas, lo que representa el 16% de la población mundial. La ONU prevé que en 2100 serán 4.500 millones, el 40% de todos los habitantes del mundo. Millones que estarán presionando ante los muros de la «Fortaleza Europa».

Por eso la OTAN define a los migrantes como «sujetos de riesgo y sujetos en riesgo», según el informe del Centro Delàs, recogido por “Público”, que llega al colmo de considerar la migración como un crimen, por ser ilegal (https://bit.ly/3nrhQNJ).

Se trata de una lógica imperial, evidentemente, que autoriza al poder global a definir qué es legal y qué no lo es, sin mirar siglos atrás cuando, por ejemplo, la piratería fue legalizada por las monarquías de Inglaterra, Francia y España que emitían «patentes de corso», autorizando el robo y el saqueo de embarcaciones de naciones «enemigas».

Ironía de la historia, las patentes de corso vuelven a tener actualidad, pero ahora para apropiarse de embarcaciones y bienes de Rusia o de sus ciudadanos, aunque también se utilizan contra Irán y, en el futuro, serán aplicadas contra cualquier nación que el imperio considere conveniente.

En el caso del Estado español, el futuro luce más que preocupante. Si durante el gobierno más progresista de la posdictadura (que incluye ministras de Unidas Podemos) se entrega el Sahara a Marruecos, se produce la masacre de Melilla y se firman acuerdos con la OTAN en la cumbre de Madrid para militarizar aún más el continente europeo, ¿puede imaginarse lo que sucedería con un gobierno de la derecha y la ultraderecha?