Raimundo FITERO
DE REOJO

Un cruce sin semáforo

La vida, la política, la justicia, el pueblo, la democracia y el terror se encuentran en cruces sin semáforos. El que último frena es el que primero pasa. El que atraviesa sin mirar a ambos lados, corre peligro. Ceder el paso a quien venga por la derecha es una metáfora del desvarío actual. No es posible trenzar un pensamiento sin contaminarse con la realidad forzada por los medios. Pero ya que estamos escuchando músicas de txaranga y huele a fiesta gorda, reconozcamos que la batalla cultural de la extrema derecha respecto a la mujer de marcado sentido machista está ganando demasiadas batallas.

Dos acuerdos en sede judicial con dos violaciones reconocidas se sentencian con una condena nominal y ficticia y unos cursillos de educación sexual, abren la lata de la sospecha de que se está jugando con las leyes de manera tendenciosa. Violaciones cometidas por dos policías locales y por un capataz de agricultura. Dos mujeres que prefieren una compensación económica o el silencio para no sufrir la violencia de un juicio que le haga recordar toda la vejación soportada. Unos fiscales que consienten, unos jueces que aligeran, una muestra de la necesidad de mantener el discurso de igualdad en términos reales y no propagandísticos.

Los pinchazos a las mujeres son un inequívoco acto de terrorismo machista. Cuesta establecer un ordenado y sosegado comentario a lo que sucede dada la confusión creada. Si no se trata de sumisión y es solo amedrentamiento, es igual de canalla. Sea en tono de gamberrismo o de agresión es igual de reprochable. Es un síntoma más del auge del machismo más primitivo.