Salman Rushdie, objetivo durante más de 30 años de una fetua de Irán para acabar con su vida, se encontraba muy grave y conectado a un ventilador respiratorio después de ser apuñalado el viernes en el estado de Nueva York.

«Las noticias no son buenas», señaló ese mismo día por la noche el agente del escritor británico, Andrew Wylie, al “The New York Times”.

«Salman probablemente perderá un ojo; le cortaron los nervios del brazo y lo apuñalaron en el hígado», detalló Wylie, y agregó que a Rushdie, de 75 años, le fue colocado un respirador artificial.

Inmediatamente después del ataque, en un centro cultural en Chautauqua, en el norte del estado de Nueva York, Rushdie fue transportado en helicóptero al hospital más cercano, en Pensylvania, donde fue operado de urgencia.

Durante la conferencia sobre su experiencia como exiliado, un hombre subió corriendo al escenario del anfiteatro y apuñaló a Rushdie en el cuello y el abdomen hasta que fue detenido por espectadores, organizadores del acto y agentes de seguridad. Además, hirió levemente en la cara al presentador del acto.

El atacante fue inmediatamente arrestado y puesto bajo custodia. La Policía lo identificó como Hadi Matar, de 24 años, residente en el estado de Nueva Jersey.

En Irán, donde las autoridades del régimen teocrático ayer aún no habían opinado sobre el ataque, la agencia oficial IRNA recordó la «blasfemia» que le convirtió en objetivo, y el principal diario ultraconservador, “Kayhan”, felicitó al agresor. «Bravo por este hombre valiente y consciente del deber que atacó al apóstata y vicioso Salman Rushdie. Besemos la mano de aquel que desgarró el cuello del enemigo de Dios con un cuchillo», escribió.

Nacido el 19 de junio de 1947 en Bombay, criado en una familia de intelectuales musulmanes no practicantes adinerados, agitó parte del mundo musulmán con su obra “Versos satánicos” en la que los fundamentalistas vieron una blasfemia.

El ayatolá iraní Ruhollah Jomeini emitió una fetua en 1989 pidiendo su ejecución y el autor se vio obligado a vivir durante años en la clandestinidad y bajo protección policial, de escondite en escondite. En 2012 una fundación religiosa semioficial elevó la recompensa por Rushdie de 2,8 millones a 3,1 millones de dólares. Viviendo discretamente en Nueva York, retomó una vida más o menos normal sin dejar de defender, en sus libros, la sátira y la irreverencia.

Pese a ataques previos a traductores de su obra, en 2018 afirmó que «han pasado 30 años. Ahora todo está bien. Tenía 41 años en el momento (de la fetua), ahora tengo 71. Vivimos en un mundo donde los problemas que preocupan cambian muy rápido. Ahora hay muchas otras razones para tener miedo, otras personas para matar...».