Félix THOMMEN
(MEDIABASK)

La sequía obliga a los ganaderos a echar mano ya del heno de invierno

A medida que van acumulándose las jornadas de canícula, aumenta la preocupación en las explotaciones de ganado de Ipar Euskal Herria. La sequía ha amarilleado las campas y los criadores se ven obligados a utilizar ya el heno que habían almacenado para el próximo invierno. A falta de pastos en la montaña, algunos animales ya están de vuelta en los valles.

A falta de pasto, el ganado se alimenta con heno.
A falta de pasto, el ganado se alimenta con heno. (P. BELTZAIZ)

«Normalmente, están al otro lado», explica con tristeza Marie-Hélène Goya, señalando sus vacas, unas veinte cabezas, que están pastando a un lado de la carretera, en un vasto prado cuya hierba amarillea el sol. Pero ahí «ya no crece», constata esta ganadera afincada en Urruña desde 1986.

Así que mientras espera días mejores, ha reagrupado a los bovinos ante su granja, junto a los campos de maíz, que también están desesperadamente secos. Un tractor viene regularmente a traerles un fardo de heno, inicialmente previsto para este invierno.

«Afortunadamente, el año pasado guardé bastante maíz. Me preguntaban por qué estaba almacenando tanto, pero pensé que sería útil», dice Goya con una sonrisa. Y, como ya es comentario habitual no solo entre los baserritarras, afirma que «nunca» ha visto «un verano como este».

La razón salta a la vista: el déficit de agua registrado en el Hexágono en julio era del 85%. «Julio de 2022 ha sido el mes más seco que hemos tenido desde julio de 1959», anunció Météo-France en un comunicado el 2 de agosto.

Normalmente, se empieza a alimentar a los animales con forraje a partir del otoño, cuando la hierba ya no abunda en nuestros campos. En Ipar Euskal Herria, como en tantos otros lugares, hace ya días que los pastos de invierno se han agotado y, por eso, los pastores han preferido bajar a los animales a los valles. Así que hay ovejas y corderos en los rediles... en pleno verano.

«En general, los animales bajan a mediados de octubre, pero algunos pastores trashumantes se están empezando a quedar sin agua para dar de beber a sus animales, ya que las fuentes se están secando. Si no llueve abundantemente a finales de agosto, esta situación podría generalizarse y en setiembre podría faltar pasto en las montañas. En ese caso, los criadores también tendrían que utilizar sus existencias para el invierno», explica Franck Laborde, presidente departamental de la Federación de Sindicatos Agrícolas (FDSEA) en Pirineos Atlánticos.

Cosechas «catastróficas»

Lo peor es que, sin duda, lo más duro está por venir. Por ahora los animales tienen suficiente comida en establos y rediles, pero ¿para cuánto tiempo? Porque, evidentemente, la sequía tendrá un impacto en las cosechas destinadas a la alimentación del ganado. Algunos agricultores ya han hecho sus cuentas: los rendimientos podrían reducirse a la mitad o, incluso, a un tercio este año.

«En realidad, la mayor consecuencia recae en el almacenamiento. Este año nuestra cosecha de heno es catastrófica. También la del maíz, que recolectamos para engordar a los patos y alimentar a las vacas», confirma Vincent Diribarne, criador de Ahurti.

Además, no hay remedio a la vista; una vez agotadas las reservas de forraje, habrá que comprar fuera. Pero como una desgracia nunca llega sola, el contexto internacional no puede ser más desfavorable. La guerra que se desarrolla en el este de Europa ha duplicado los precios de los forrajes y los cereales, así como los del combustible agrícola, según ha indicado la FDSEA.

Es posible que las tesorerías de algunas explotaciones no puedan soportar esos precios, lo que a su vez perjudicaría la buena alimentación del ganado. «Un animal que no se alimenta suficientemente es un animal que no se reproduce. Necesitamos animales para carne, pero también para leche», advierte Laborde.

Y el precio de la leche podría aumentar considerablemente al comienzo del nuevo curso escolar, como prevén algunos economistas, ya que es la única forma de que los criadores compensen los gastos futuros. Aunque también les queda la solución más radical: vender parte de su rebaño. Son muchos los que están empezando a pensar en ello.