Amaia U. LASAGABASTER
Elkarrizketa
ALICIA VARGAS
Exfutbolista mexicana

«Hay que pelear por lo que se desea y disfrutar de lo que se consigue»

Fue la máxima goleadora del primer Mundial de la historia. La FIFA no lo reconoció pero sí lo hizo con «la Pelé» Vargas, inscribiendo su nombre en el salón de la fama. Bronce y plata en el 70 y el 71 con la selección mexicana, medio siglo después ve con alegría cómo las futbolistas de su país avanzan en el camino que ella y sus compañeras iniciaron.

(Monika DEL VALLE | OKUF)

Fue la máxima goleadora del primer Mundial de la historia, en 1970, del que se marchó con la medalla de bronce colgada al cuello, y un año después 110.000 espectadores vieron cómo disputaba con la selección de México la final de la segunda edición en el Estadio Azteca. Dos campeonatos nunca reconocidos por la FIFA, que organizó el primer Mundial oficial veinte años más tarde, en 1991, pero que encumbraron a Alicia Vargas «la Pelé» como una de las mejores futbolistas del mundo.

Medio siglo después, su historia, como la de sus compañeras, sobrevivía a duras penas cubierta de polvo hasta que los hermanos Martín y Daniel Ainstein la redescubrieron en el documental “Destino Confidencial: campeonas”. La reivindicación de un grupo de mujeres que rompió barreras para hacer historia y que ha podido verse en Bilbo dentro del “Thinking Football Film Festival” organizado por la Fundación Athletic, con presencia de la propia Vargas.

No sé si cuando empezó a jugar a fútbol pensó que cincuenta años más tarde le invitarían a cruzar el Atlántico para hablar de su experiencia.

Desde luego que no. Siempre hay objetivos e ilusiones pero no habría podido imaginarlo y más después de tanto tiempo.

Pensarlo no, ¿pero soñarlo?

Tampoco. No era algo que se nos pudiese ocurrir, no ya medio siglo después, sino incluso en aquel momento.

A veces las circunstancias nos impiden incluso soñar.

Así es, por eso hay que vivir los momentos, pelear por lo que uno desea pero también disfrutar de lo que se va consiguiendo y no pensar tanto en si me dan, si me permiten, sino concentrarse en hacer todo lo que está en la mano de cada uno para lograrlo.

A ustedes no les permitían demasiado. Una niña jugando a fútbol en el México de los sesenta.

Mis inicios fueron en la calle, con mis hermanos, los niños de la cuadra... No era bien visto, desde luego, que una niña jugara a fútbol, habría críticas a mi madre. Pero mi familia me ayudó y seguí jugando en la calle hasta que se hizo una Liga femenil y me enrolé en un equipo.

Y en un abrir y cerrar de ojos pasó de jugar en la calle a disputar un Mundial.

No llevábamos ni un año de haber iniciado la Liga cuando llegó la invitación para participar en el Mundial que se organizaba en Italia. Se hizo un selectivo y salió una selección con 16 futbolistas de todos los equipos. Un grupo muy joven, la mayor tenía 23 años, a mí me faltaban unos meses para cumplir 16, una compañera cumplió los 15 estando allí... Lo ve una ahora y vaya. Fuimos con la ilusión de que nos gustaba jugar a fútbol, más que ver la magnitud de lo que íbamos a hacer y de que íbamos a representar a nuestro país.

Demasiado jóvenes para ser conscientes.

Ahora regresa una el casette y dice qué bárbaras, nos fuimos tan lejos sin saber a qué íbamos, qué significaba... Tampoco teníamos un gran apoyo detrás. Nos decían ‘a qué van, van nada más de paseo, las van a regresar, las van a golpear, son muy fuertes los eqipos de Europa...’. Pero afortunadamente teníamos lo más importante, nos gustaba jugar a fútbol, teníamos todas las ganas de salir adelante y fuimos un equipo, un gran grupo con mentalidad de grupo.

Jugar, también jugaban. Acabaron terceras y usted fue la máxima goleadora.

Llegó el primer partido contra Austria y ¡oh, sorpresa! Fue una goliza. Veía a la portera de Austria, tan alta que llegaba con la mano al larguero y pensaba ‘¿pero por dónde voy a meter el balón?’, una central como de 1’85... Pero las cosas se nos dieron muy fácil y goleamos. Yo metí cuatro goles y eso que nos anularon varios. Luego perdimos con Italia en un partido muy complicado por la localía, el físico de las italianas, el arbitraje. Y finalmente ganamos a Inglaterra para ser terceras. Yo hice otro gol, que me permitió ser la goleadora del primer Mundial y ahí empezaron a llamarme «la Pelé».

¿Cómo se vivió su éxito en México?

Vino un periodista que iba informando de lo que hacíamos pero volvimos pensando en irnos a Garibaldi a comer unas chuletitas y regresar a nuestra vida. Cuando descendimos del avión estaba la familia, las chicas de todos los equipos, mucha gente, mariachis... Y pensábamos ‘¿pero quién venía en el avión que le reciben hasta con mariachis?’. No imaginábamos que era para nosotras, que a duras penas nos habían despedido con unas miniletras «Parte la selección femenil a su aventura».

La expectación fue aún mayor un año después, cuando México acogió el Mundial.

La gente ya tenía conocimiento de nosotras pero por primera vez nos podían ver jugar en nuestro propio país, en el Azteca o por televisión. Fue un éxito en ese sentido. Y nosotras estábamos aferradas a hacer un gran papel, sentíamos la responsabilidad y el deseo. Y fuimos paso a paso hasta la final, cuando caímos contra Dinamarca. Fue nuestro peor partido, pero nadie nos recriminó porque veían que ellas eran muy fuertes y a nosotras nos habían visto ya jugar muy bien todo el torneo.

Tampoco llegaron a la final en las mejores condiciones.

No. Se pidió dinero para el equipo, se amenazó con no jugar, apenas entrenamos, se nos atacó desde la prensa... No fue la mejor preparación.

Fueron ustedes subcampeonas pero no cobraron nada.

No de la Federación. Y tampoco ayudó la prensa, que decía ‘¿cómo van a cobrar sin son amateurs?’. Pues si somos amateurs que las entradas también sean gratis. Sí hubo un grupo de artistas y cantantes que actuaban antes de nuestros partidos y que botearon en todas las puertas del estadio para que apoyaran a las futbolistas. Repartieron el dinero que recogieron, 11.000 pesos para cada uno futbolistas, entrenadores, médico... todos. Y Jaime de Haro, que en paz descanse, el promotor, nos dio otros 10.000. Hoy lo ve uno y... Pero en aquel momento fue mucho dinero para nosotras.

Aquel Mundial fue un éxito deportivo y de público y, sin embargo, la historia acabó ahí. No hubo una mejora de sus condiciones ni una Liga nacional, nada. ¿Cómo es posible que se apagara así?

Porque no les interesaba a los federativos. Ni a la prensa. Tampoco a los futbolistas. Parecía que hubiéramos invadido algo suyo. Y como no se hablaba de nosotras, la gente se desinteresó.

Pero sí se prendió una mecha.

Sí. Hasta entonces jugábamos una Liga en Ciudad de México y surgieron muchas Ligas en diferentes estados de la República, las niñas querían jugar a fútbol. Vieron que se podía hacer, que las mujeres podemos jugar a fútbol y podemos hacerlo bien.

Hubo que esperar 45 años hasta que México tuvo una Liga femenina profesional. ¿Sienten orgullo por su contribución? ¿También cierta envidia, quizá?

Cierto orgullo sí porque fuimos pioneras en ese camino que ha ido, y todavía va, despacito. Envidia no, aunque nos hubiera gustado vivir esa situación. Es, sobre todo, alegría. La alegría de ver que se logró. No importa ahora cuántos años hayan hecho falta, lo importante es que se ha logrado. Y tiene que seguir mejorando, que puedan vivir de lo que hacen, pero es muy satisfactorio ver lo que consiguieron, que se les reconoce y se les apoya.