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ROMA

Italia vota y Europa contiene la respiración ante la ultraderecha

A falta de conocer los resultados definitivos, las primeras estimaciones confirman los pronósticos: Giorgia Meloni será la primera ministra de Italia, país con el cuarto PIB de la Unión Europea. No ha habido sorpresas, su victoria es un síntoma de una «enfermedad» -el neofascismo- que sacude Europa y puede hacer tambalear sus cimientos.

Giorgia Meloni, nueva primera ministra y «directora de orquesta» de los distintos tenores de ultraderecha italiana.
Giorgia Meloni, nueva primera ministra y «directora de orquesta» de los distintos tenores de ultraderecha italiana. (Andreas SOLARO | AFP)

A falta de que hoy se confirmen los resultados definitivos, las elecciones legislativas de Italia dejan una sorpresa sin sorpresa. Se venía vaticinando por todas las encuestas, por distintos analistas, la coalición ultraderechista que lidera Giorgia Meloni habría ganado frente a una izquierda dividida, incapaz de convencer y sin conexión real con la clase trabajadora. Y lo ha hecho ayudada también por las carácterísticas de la ley electoral.

Con las dos cámaras del Parlamento que han visto reducido su tamaño en un tercio -el Congreso tiene ahora 400 escaños y el Senado 200-, más de un tercio de los escaños se ganan mediante mayoría simple en cada distrito electoral, y más del 60% por representación proporcional en toda Italia. Asi, la alianza ultraderechista, aún sin superar el 50% de los votos, podría controlar hasta un 60-70% de los escaños. Y eso le deja las manos libres, margen de maniobra. Aunque en un país donde la política ha sido notablemente inestable y cainita, que ha tenido 67 gobiernos desde 1946, todo puede pasar en las negociaciones entre las fuerzas de la coalición ultaderechista.

Un modelo para Europa

La sustitución de un gobernante técnocrata y europeísta como Mario Draghi, por alguien como Giorgia Meloni, de dudosas convicciones europeas, supone, efectivamente, un motivo de preocupación para Bruselas y muchas cancillerías. Y más tras el triunfo de la ultraderecha en Suecia. Por de pronto, Meloni ya se ha situado en el eje de la Hungría de Viktor Orban -se negó a apoyar la resolución que condenaba al país magiar como «un régimen híbrido de autocracia electoral»- y la ultraconservadora Polonia de Mateusz Morawiecki. Aunque se ha apresurado a rebajar tensiones con Bruselas, que amaga con aplicarle la misma medicina que a Hungría.

Meloni no esconde su ambición de representar un modelo no solo para Italia, sino para Europa. Tiene buenos contactos con otros partidos ultraconservadores, y, de hecho, ha superado a Marine Le Pen como referente para una ultraderecha europea que se resiste a aceptar la primacía de las leyes comunitarias en materia de derechos pero que -todavía- no renuncia, formalmente, a romper la baraja.

El arte coquetear y distanciarse del fascismo según convenga

A sus 45 años, Giorgia Meloni es la primera mujer que llega al poder en Italia desde la II Guerra Mundial. Y lo hace al frente de un partido neofascista, con el lema «Dios, patria y familia» por bandera. Meloni es capaz de lanzar en un mitin de Vox diatribas en favor de la «familia natural», contra el «lobby LGTBI» y la «ideología de género», contra la «inmigración masiva» y los «burócratas de Bruselas», y a la vez proyectarse como símbolo de la emancipación de la mujer en tanto que madre soltera, fuerte y segura, tranquilizar a la UE o desmarcarse de sus antiguos coqueteos con Putin.

Hay que reconocerle ese «arte», de no querer ser la enterradora de la UE pero sí la anunciadora de una crisis que puede hacer tambalear sus cimientos y gobernabilidad, de bajar impuestos y aumentar el gasto social. Y todo ello atrayendo a los votantes por la determinación y lealtad a sus principios. GARA