Hace tiempo que Quentin Tarantino anunció que se iba a retirar del cine y que la próxima sería su última película, algo que la mayoría puso en duda, porque en aquel momento no se entendían muy bien las razones para ese temprano e inesperado abandono. Pero, con el paso del tiempo, y a medida que va concediendo entrevistas, se va aclarando el porqué de su irrevocable y firme decisión.

Justo ahora se cumplen treinta años de su début con “Reservoir Dogs” (1992). Para sus fans las décadas no han pasado, porque las películas de Tarantino, de la primera a la última, envenjecen muy bien gracias a su modernidad. En cambio, el cineasta lo ve de otra manera, y siente que ha sido una larga carrera, que su tiempo ya ha pasado.

Esta visión tan sincera y honesta de su propia obra le honra, porque podía perfectamente echarle cuento como hacen otros colegas suyos y estirar el chicle. Confiesa que cuando acude al cine a un estreno actual no conecta con lo que ve, y su sensación es la de que se ha quedado desfasado. Se formó en el videoclub con las películas de los 70 y los 80, y ese cine ya no se hace. Además, quiere morir creativamente con el séptimo arte, y poder decir el adiós definitivo estrenando en salas de exhibición. Duda de que lo que se lanza en Netflix y otras plataformas digitales sean películas como tales, y que se las pueda llamara así.