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Carrera contrarreloj para asistir a las desesperadas víctimas del tifón Haiyan

Los equipos de emergencia y rescate filipinos seguían ayer trabajando contrarreloj para ayudar a los cientos de miles de personas afectadas por el devastador tifón Haiyan y en la búsqueda de supervivientes, mientras la desesperación crece entre quienes continúan esperando la llegada de comida, agua potable y medicinas. La ONU pidió 224 millones de euros y lentamente empieza a llegar una ayuda que no alcanza.

Los equipos de limpieza se afanaban por retirar los amasijos de cables, árboles caídos y toneladas de escombros de las carreteras para que los camiones con comida, agua potable y tiendas de campaña pudieran llegar a las zonas más afectadas por el paso del tifón Haiyan en las islas filipinas de Leyte, Samar y el norte de Cebú y dar asistencia a las decenas de miles de personas hambrientas y sedientas que deambulan por las calles. Pero también para abrir paso a los equipos de rescate en busca de posibles supervivientes y a quienes debían encargarse de retirar los cadáveres.

El balance oficial de muertos hasta el momento es de 1.744 personas, aunque datos extraoficiales e informes de campo hablan de miles de fallecidos. «A medida que tenemos más acceso (a las zonas afectadas) encontramos más y más gente muerta por el tifón», declaró John Ging, del departamento humanitario de la ONU.

Así, el número de fallecidos parece ir en aumento, aunque a un ritmo más lento que la desesperación y la histeria que se está apoderando de los supervivientes ante la escasez de bienes de primera necesidad. Madres con bebés en brazos y niños harapientos forman parte de las decenas de miles de afectados que suplican ayuda.

La mayoría de los residentes de Tacloban duermen a la intemperie bajo la lluvia y hacen largas colas en las zonas inundadas para obtener el arroz que reparten los soldados. Los que caminaron hasta el aeropuerto ruegan, a falta de comida, agua y otros artículos de emergencia, por una plaza en los aviones militares que despegan con evacuados tras descargar la ayuda que transportan.

En esta ciudad, de 220.000 habitantes y donde solo queda en pie el 30% de sus edificios, los saqueos han remitido tras el decreto del toque de queda y el envío de 500 policías y soldados de refuerzo y cuatro blindados que patrullan por sus calles para velar por la seguridad.

El toque de queda se impuso también en otras localidades arrasadas por el tifón y las autoridades informaron de la muerte de dos presuntos rebeldes comunistas que intentaron apoderarse de un convoy de ayuda en Matnog, 240 kilómetros al norte de Tablocan.

Ahora la prioridad es, además de recoger los cadáveres en descomposición para evitar epidemias, llevar alimentos y medicinas a las víctimas. «Por favor, decirle al Gobierno que nos ayude. ¿Dónde está la comida? ¿Dónde está el agua? ¿Dónde están los soldados para recoger los cadáveres?», suplicaba un superviviente a un periodista de AFP.

Goteo de ayuda

Para socorrer a los afectados, el portaaviones USS George Washington, con 7.000 soldados a bordo y flanqueado por otros barcos de la Armada de EEUU, partió ayer de Hong Kong rumbo a Filipinas. También el buque de guerra británico HMS Daring se dirige allí con suministros y víveres.

Son parte de la ayuda internacional que llega con cuentagotas a la zona devastada.

Cortes, fracturas, contusiones, gripe, tétanos, cólera y traumas sicológicos son algunos de los desafíos que deben afrontar los servicios de emergencia, que empiezan a recibir ayuda.

Naciones Unidas hizo ayer un llamamiento para conseguir 224 millones de euros para desarrollar la ayuda de emergencia durante seis meses. Una treintena de países han donado hasta el momento 40,2 millones de euros en ayuda. Diez de esos millones los aportará la UE y alrededor de otros diez -además de equipos humanos- Japón, mientras que el Vaticano enviará 150.000 euros.

Incluso China ha decidido dejar de lado las disputas territoriales por la soberanía del atolón de Scarborough, en el Mar de China Meridional, que le enfrentan a Filipinas para asistir a las víctimas con el envío, por el momento, de 100.000 dólares.

La Organización Mundial de la Salud enviará un cargamento de medicinas para cubrir las necesidades básicas de 120.000 personas durante un mes y un avión de Unicef llevó ayer 60 toneladas de ayuda, que incluyen tiendas de campaña, medicinas y equipos potabilizadores de agua.

Aquino mantiene que el balance estará entre 2.000 y 2.500 muertos

El presidente filipino, Benigno Aquino, aseguró ayer que el balance de víctimas mortales por el paso del tifón Haiyan estará entre las 2.000 y las 2.500 personas y no en las 10.000 de las que las autoridades locales de Leyte hablaron al día siguiente de la tragedia, si bien admitió que aún hay 29 localidades con las que no se ha logrado contactar desde el viernes.

«La cifra que tengo ahora mismo es de unos 2.000, pero esto podría aumentar», señaló Aquino en una entrevista a la cadena CNN. «Yo creo que 10.000 son demasiados», agregó. «Hubo un drama emocional que intervino en esa estimación particular», opinó.

El presidente admitió que el Gobierno todavía no ha podido recopilar información en algunas de las zonas más afectadas por el temporal. En este sentido, indicó que aún intentan contactar con unas 29 localidades donde queda por establecer la cifra de víctimas, «especialmente de desaparecidos».

«Hasta ahora, trabajamos con una cifra de 2.000 o 2.500 en lo que a fallecidos se refiere», aseguró Aquino, que de esta forma matizó las estimaciones anteriores de algunas autoridades -que la ONU hizo suyas el lunes- que calculaban en torno a los 10.000 los muertos a consecuencia del paso del tifón. La mayoría de estas víctimas mortales corresponderían a la ciudad de Tacloban, completamente arrasada. GARA